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CRITICA
Por: PACO CASADO
El éxito de películas como 'Algo pasa con Mary' (1998) ha hecho que los hermanos Farrelly hayan impuesto un tipo de comedia golfa, procaz, con chistes soeces y situaciones atrevidas que gustan mucho a la juventud que suele ir al cine en estos momentos, a la que le complacen las comedias juveniles de risa tipo 'American Pie' (1999) y otras gamberradas parecidas.
Los Farrelly ya no sólo no las dirigen, ni las escriben sino que se limitan a producirlas y basta que lleven su sello para que tengan el mismo tono, máxime si como en este caso está dirigida por J. B. Rogers, que fue el ayudante de dirección de las cuatro últimas firmadas por ellos.
Gilly es un joven huérfano, que trabaja en un albergue de animales, encarga a un detective privado que averigüe quién es su madre.
El chico se enamora de Jo, una joven peluquera que, según el detective resulta ser su hermana, de lo que se entera tras haberse acostado con ella.
Esto del incesto y la minusvalía del padre de la chica o de un piloto de avión sin piernas, son algunos de los aspectos que sirven de burla a este guion que en realidad está mal construido, no posee muchos gags conseguidos y la comedia está falta de ritmo en muchos momentos.
Tienen mucha más gracia los personajes secundarios que la pareja protagonistas, que no es que sea abundante.
Da auténtica pena ver a una ganadora de dos Oscar como Sally Field metida en este fregado.
El debut en la dirección de J. B. Rogers no ha sido muy afortunado que digamos a juzgar por los resultados que ha obtenido.
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