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CRITICA
Por: PACO CASADO
Neil Jordan es un novelista irlandés metido a director de cine, que comenzó a dirigir con el largometraje 'Danny Boy' (1982), que no llegó tarde a nuestras carteleras después de que ya habíamos visto sus notables títulos 'En compañía de lobos' (1984) y 'Mona Lisa' (1986).
Posteriormente fue tentado por el cine norteamericano donde realizó 'El hotel de los fantasmas' (1988) y 'Nunca fuimos ángeles' (1989).
'Con Amor a una extraña' (1990), que ahora se estrena, vuelve a su Irlanda natal para contarnos esta historia
Jimmy y Rose tienen quince años y una imaginación desbordante con la que van inventando guiones sobre los habitantes del pueblo.
Jimmy vive con su padre, Sam, un músico alcohólico fracasado, con el que lleva una dura vida familiar en la que no se entiende con él.
La relación entre el padre y el hijo se ha ido distorcionando por la ausencia de la madre, muerta hace tiempo según dice Sam.
El chico sale con Rose una joven de su misma edad, cosa que no le gusta a su progenitor.
Jimmy y Rose durante sus ociosos paseos inventan historias sobre los viandante que se cruzan a su paso.
En uno de sus paseos descubre a una misteriosa mujer rubia que diariamente baja del tren y se encamina hacia el mar.
Pronto se convertirá en parte de sus juegos de ficción.
Mientras tanto él se enamora de una extranjera madura que terminará en un melodramático desenlace.
En la película hay amputes verdaderamente interesantes que tal vez no hayan sido llevados hasta sus últimas consecuencias.
El film comienza con el protagonismo de los dos adolescentes y sus puntos de vista, pero pronto se entremezcla con el mundo de los adultos, perdiendo así interés la historia vista desde ese otro ángulo.
Por otra parte el misterio de la narración se descubre a la mitad de la proyección, por lo que de esa manera se desinfla el posible suspense.
Si a esto unimos que el autor se deja llevar en algunos momentos por su gusto por la literatura, la introducción de algunas secuencias que tal vez sobre y determinados defectos de construcción en el relato, se produce como resultado un cierto lastre en esta cinta intimista, cargada de sentimientos puestos a flor de piel y rozando el melodrama en muchos instantes.
Gracias a su sensibilidad de buen realizador, Neil Jordan hace que la sangre no llegue al río, mostrándose pudoroso y equilibrado para que esto no ocurra, logrando una buena dirección de actores, sobre todo en los dos adolescente debutantes, Niall Byrne y Lorraine Pilkington, y muy ajustado en sus respectivos personajes los adultos Berverly D'Angelo y Donal McCann.
El resultado es una película tan fascinante como sorprendente.
Premio del cine inglés al mejor guion y logro técnico artístico.
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