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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras el éxito de 'Fresa y chocolate' (1993), la primera película cubana nominada al Oscar, la pareja Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío tiraron de un guion escrito con anterioridad para refrendar el logro conseguido con su anterior film.
El guion se basa en una historia real ocurrida en Cuba que pone de manifiesto una serie de cosas existentes que el mundo debe conocer.
Georgina, mujer que tuvo cierto éxito como cantante, visita a su sobrina Gina y a un antiguo amor, músico también, y muere en sus brazos.
El cortejo fúnebre atraviesa la isla.
Un nuevo sistema de traslado de difuntos, se ha puesto en marcha.
La caravana formada por un funcionario, su esposa y el eterno enamorado de la difunta acompañan el féretro en el viaje.
Esto da pie al marido de Gina para poner en práctica un plan de ahorro de gasolina cuando hay que trasladar un cadáver a mil kilómetros de distancia, desde Guantánamo a La Habana, donde ha de ser enterrado, haciéndolo por relevos según llega a cada provincia y así cada uno gasta su cupo de gasolina.
Músico y sobrina acompañan el cadáver y por el camino se van a poner de relieve las relaciones de Gina y su marido al tropezar con un antiguo alumno suyo, ingeniero por sus estudios, pero camionero de profesión.
A medida que avanza el cortejo va sufriendo diversas peripecias y encontrando a variopintos personajes.
Entre ellos, el conductor de es camión de transportes que se verá involucrado en esta historia donde el amor y la muerte marcarán el camino de los personajes.
Pero no son sólo estas relaciones sino más cosas las que se critican en esta cinta: el surrealismo de la vida cubana, las carencias de la isla, la asfixia que impone la excesiva burocracia para mayor control del gasto y la ceguera de algunos ante lo que es cotidiano y evidente.
Todo ello se critica a través de esta especie de road movie que mantiene permanentemente la sonrisa en los labios del espectador y la franca carcajada de vez en cuando.
Es por otra parte una película coral de personajes que se entrecruzan, de vidas paralelas, de seres que buscan una segunda oportunidad, de ambiciosos políticos que no se paran ni ante la reflexión de la muerte por subir hasta lo más alto de un pedestal del que se pueden caer, como simbólicamente le ocurre al final.
Es también una sátira costumbrista, comedia brillante de certeros y agudos diálogos, de pintorescos personajes e insólitas situaciones en que se ven envueltos los protagonistas.
Posiblemente Tomás Gutiérrez Alea ponga la sátira y Juan Carlos Tabío la comicidad y así este tándem llevan al unísono y con buen ritmo, con fluidez en la narración este film que, a pesar de lo agridulce del tema, deja un buen sabor de boca.
En la interpretación destaca sobre todo Mirtha Miller en el papel de la profesora de economía que se enfrentó al dogmatismo, la intolerancia, la inflexibilidad y el maniqueismo, que está harta de su marido y busca una segunda oportunidad en Mariano, el joven camionero que hace perfectamente Jorge Perugorría. Equilibrado y sobrio Carlos Cruz y bien los secundarios.
La canción de Joseíto Fernández sirve de improvisado narrador que coordina las historias, bien adaptada por José Nieto.
En definitiva una divertida y buena película que no deben perderse.
Premio del CEC al mejor guion original. Mención honorífica en Sundance. Premio del jurado en el F. de Lauderdale. Tres premio en el F. de Gramado. Gran premio Coral en el F. de La Habana.
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