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CRITICA
Por: PACO CASADO
Estamos completamente seguros de que los buenos aficionados al cine saben quien es la actriz Meg Ryan, la que fue la reina de la comedia romántica en su momento, en concreto en la década de los años 90, y que no habrán olvidado uno de sus títulos más emblemáticos como fue 'Cuando Harry encontró a Sally' (1989) como igualmente 'Algo para recordar' (1993) o 'Tienes un e-mail' (1998).
Pues bien, resulta que Meg Ryan sintió la necesidad, después de interpretar más de cincuenta películas, de ponerse tras una cámara como directora y contar sus propias historias como ocurre en este caso con 'Lo que sucede después' (2023) que es el segundo largometraje que dirige tras debutar con 'Ithaca' (2015).
Aquí nos cuenta la historia sucedida un 29 de febrero entre Bill y Willa, que fueron antiguos amantes, pero que, tras separarse, se ven por primera vez al cabo de veinticinco años, cuando ambos se encuentran un día atrapados por la nieve, en un aeropuerto, en un vuelo en tránsito, que ha sido retrasado de manera indefinida durante toda la noche, debido al mal tiempo que no cesa.
Bill se dirige a Austin, mientras que ella lo hace a Boston.
Los dos se sienten atraídos como ocurrió hace años y comparan su vida actual con los sueños que tuvieron en su momento y piensan si este encuentro es una pura coincidencia o si se trata de una jugada del destino.
Él está en crisis con su esposa y con su hija.
Ella también tiene dificultades actualmente con su vida.
A lo largo de esa noche, que obligadamente tienen que pasar juntos, esperando que vuelva a ponerse en funcionamiento el aeropuerto y los aviones puedan volver a despegar con dirección a sus respectivos destinos, vamos conociendo lo que ocurrió en ese tiempo pasado en que vivieron juntos y los motivos de la separación pactada entre ambos.
También podemos saber cual es la vida de cada uno en la actualidad.
Meg Ryan vuelve al cine tras ocho años de ausencia y lo hace ahora por partida doble, delante y detrás de la cámara, encarnando como actriz el papel de Willa, enfrentada en este caso a David Duchovny que hace el personaje de Bill.
Se trata de un guion del dramaturgo Kirk Lynn y de la propia Meg Ryan en el que claramente adaptan la obra de teatro Shooting Star, escrita por Steven Dietz.
El problema de este film está precisamente en que la obra teatral no interesa grandemente y eso hace que se vuelva su adaptación un tanto reiterativa, muy a pesar de que Meg Ryan, como directora, ponga todo su empeño en tratar de cambiar de escenario, dentro de las escasas posibilidades que ofrece el pequeño aeropuerto y además está solitario, sin público, ni personal o auxiliares de vuelo que pudieran refrescar un poco la historia, ya que tan sólo se cuenta con la voz en off de los altavoces del aeropuerto que informan periódicamente de cómo están los vuelos y de la posibilidad o no de salida de los mismos.
Por otra parte los cambios de planos, las distintas posibilidades de la cámara son utilizadas al máximo, pero ni aún así es posible animar algo más la escena, nunca mejor dicho.
Este mismo texto puede tener sus posibilidades en un teatro, pero no para una cinta cinematográfica, a pesar del buen trabajo que hacen los dos únicos actores, sobre todo ella que se conserva muy guapa y encantadora.
La cabecera de cartel es atractiva pero el resultado decepciona.
Los espectadores que amen el teatro les gustará, pero los del cine posiblemente se aburran.
Está dedicada a Nora Ephron guionista de varias de sus películas.
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