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CRITICA
Por: PACO CASADO
Con 'Las dos inglesas y el amor' (1971) François Truffaut vuelve al tan querido triángulo amoroso que tanto se ha prodigado en la comedia cinematográfica a lo largo de todos los tiempos.
La historia de esta película está extraída de la novela de Henri-Pierre Roché, el mismo autor de 'Jules et Jim' (1962), adaptada al cine por el propio François Truffaut.
Evoca una época pasada, la belle époque francesa, con sus romanticismos, sus amores y su amor a la vida como ya lo hiciera anteriormente en 'Jules et Jim' (1962).
En aquella otra también era un triángulo amoroso, dos hombres y una mujer, pero aquí cambia el sentido y la juventud de los protagonistas desciende en edad, siendo en esta ocasión dos chicas y un joven los que entran en juego en este divertido y apasionante triángulo del amor.
A comienzos del siglo XX, Claude Roc, un joven escritor francés, conoce a Anne Brown en París, una chica estudiante británica, que se encuentra cursando sus estudios en el continente, que le invita a pasar unas vacaciones de verano con su madre en una casa que posee su familia en Gales.
Allí donde conoce a Muriel, la hermana pequeña de Anne, aunque su posesiva madre impedirá que se case.
No obstante entre los tres surge una estrecha amistad que desemboca en un triángulo amoroso.
Pasiones encontradas, rupturas, ilusiones e infidelidades se van sucediendo a lo largo de 20 años.
Titulada en su versión original Les deux anglaises et le continent, se adapta mejor su título francés a lo que es en realidad la historia, ya que el protagonista, el joven Claude es así denominado por las dos hermanas inglesas que ven en él un representante genuino del continente, de la vieja Europa.
Después sus sentimientos cambiarán con respecto a él y ambas le mostrarán su amor sin reservas.
Las dos pasiones de François Truffaut, el cine y la literatura, se aunan en esta obra que es un prodigio de sensibilidad y pasión por la vida.
El film tiene un título equívoco en castellano.
La traducción del original es Las dos inglesas y el Continente, siendo este último término de doble sentido, pues es como las dos hermanas protagonistas dominan al joven escritor francés.
François Truffaut se inspira también, además de en la novela de Henri-Pierre Roché, en las vidas de las hermanas Brontë, mostrando a una como puritana apasionada, como lo fue Emily Brontë, y a la otra como una mujer avanzada, llena de mesura y sentido común, como era Charlotte.
Desde los primeros fotogramas tiene el sabor de ese cine de calidad que con tanta frecuencia nos obsequia François Truffaut, con un cierto tufillo literario a viejo cuento, que tal vez se acentúa más por el uso constante y repetido que hace de la voz en off, cuando a veces no hace más que remarcar lo que estamos viendo.
Pero esta y otras licencias se les pueden permitir a este gran maestro como así mismo el uso del cierre en iris o en negro, al término de cada secuencia, a la antigua usanza.
Nada más empezar notamos que para este director el cine sigue siendo un juego y la cámara el más divertido de los juguetes con la que fabricar historias con mimo, con cariño, con sumo cuidado, que después muestra a las gentes.
Se aprecia desde el momento en que nos muestra como fondo de los títulos de créditos la novela de Henri-Pierre Roché acotada con bolígrafo para extraer las partes más interesantes para confeccionar el guion.
A estas alturas todo se le puede permitir a un autor que ha alcanzado esta madurez y sensibilidad como lo demostrara en el divertido juego de exprimir el limón, el del beso de monja o la románica escena de amor en tres tiempos o noches expuesta con exquisito tacto y cuidado, con delicadeza, en toda su desnudez, pero sin herir los buenos sentimientos.
Posee planos de una sensibilidad sin igual, gustándonos mucho más, si es que se pueden marcar diferencia, el ritmo más ágil de las imágenes de la primera parte, que el cadencioso y más dramático de la segunda mitad, asemejándose también así a 'Jules et Jim' (1962).
Extraordinario canto de amor a la juventud y a la alegría de vivir con una bellísima partitura de fondo de Georges Delerue, la notable fotografía de Nestor Almendros y la grácil y sencilla dirección del maestro Truffaut.
Añadamos finalmente el trabajo interpretativo de Kika Markham y Stacey Tendeter junto a Jean-Pierre Leau para tener, una vez más, una maravillosa película como sabe hacer François Truffaut.
Espiga de otro a la mejor cinta y premio del CEC en la Semana de cine de Valladolid.
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