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CRITICA
Por: PACO CASADO
Sidonie Perceval es una famosa escritora francesa que perdió en un accidente a Antoine, su marido, hace ya algún tiempo, pero éste sigue presente en su memoria y se le aparece de vez en cuando, con el que charla e intercambia opiniones según las circunstancias en las que se encuentra, en las que se siente perdida y sin rumbo.
La historia comienza cuando Sidonie tiene que emprender un viaje a Japón para la publicación de su novela L'ombre portée y someterse a las ruedas de prensa que celebrará por varias ciudades del país nipón.
Es recibida en el aeropuerto por Kenzo Mizoguchi, que es el dueño de la editorial, que nada tiene que ver su apellido con el del famoso director japonés, Kenji Mizoguchi, pregunta que ella le hace nada más llegar, que le acompañará durante su estancia allí.
La película está dirigida por la realizadora francesa Élise Girard que tras hacer dos films para la televisión debutó en el cine con 'Belleville-Tokyo' (2010), que no se estrenó en España, por lo que se ve tiene cierta querencia con el país japonés, al que vuelve con esta 'Sidonie en Japón' (2023) que es su tercer largometraje, primero suyo que se ve en las salas españolas, del que también es la autora del guion, escrito esta vez con Sophie Fillières y Maud Ameline, por lo que casi todo en esta cinta queda entre mujeres en la que Céline Bozon aporta la música, junto con el Concierto en D mayor para Oboe y Orquesta de Ricardo Strauss.
Prácticamente todo el argumento se limita a ese paseo por Japón, del que casi nada vemos, más que las ruedas de prensa y las habitaciones de los distintos hoteles desde los que se divisa algún bonito paisaje de cerezos en flor, junto con las apariciones fantasmales de Antoine, el esposo de la protagonista, separadas dichas escenas por la ida en el coche de un lugar a otro, siempre los dos, Sidonie y Kenzo, situados en el mismo lugar del asiento trasero y en plano fijo, lo que resulta una realización bastante monótona.
Esta producción ha recorrido los festivales de Venecia, Munich y San Francisco, entre otros, sin obtener ningún premio.
No hay que poner en duda el buen trabajo que es habitual en una gran actriz como Isabelle Huppert, pero no se puede decir lo mismo de un sobrio Tsuyoshi Ihara con el que hace una desigual pareja protagonista, que se llevan todo el tiempo en pantalla.
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