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CRITICA
Por: PACO CASADO
Las últimas películas interpretadas por Eddie Murphy no tienen el éxito que conseguían hace unos años, a pesar de que siempre procura hacer más de un personaje con los que demostrar su facilidad para la transformación y una mayor variedad en la interpretación.
En este caso incorpora a un actor de color, famoso por sus films de acción y a su hermano que es tonto.
El primero es manipulado por un astuto productor y director de cine cutre, desesperado y arruinado, empeñado en dirigir una cinta de éxito.
Tiene un guion con el que engaña a un equipo técnico reducido, compuesto por inmigrantes mexicanos (que leen Cahiers du cinema), actores de segunda fila y una nifómana que pretende llegar a ser estrella a costa de lo que sea, para rodar unas cuantas escenas con cámara oculta en la que introduce como puede al famoso actor, que huye presa de pánico y agarofobia.
Pertenece al subgénero conocido como cine dentro del cine.
El problema de esta historia, ideada por Steve Martin y escrita hace ya una decena de años, es que aparte de ser poco original, tampoco es muy creíble, y aparte de estar mal desarrollada no tiene gracia, por lo que a pesar del esfuerzo de los actores, en muy contadas ocasiones logra que el espectador se ría.
Entre líneas se puede leer una cierta crítica a esas producciones independientes en las que de vez en cuando suena la flauta por casualidad, pero esta idea tampoco llega a cuajar.
En algunos momentos nos recuerda el cine de andar por casa que hacía Ed Wood con cuatro dólares.
La dirección de Frank Oz es bastante pobre y los resultados obtenidos no logran enganchar al espectador en ningún momento.
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