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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tinto Brass comenzó haciendo westerns a la italiana y después se decidió por pasar a películas escándalo como 'Salón Kitty' (1976) o 'Calígula' (1979).
Posteriormente se escuda en novelas de prestigiosos nombres literarios como el caso del Premio Nobel Junichiro Tanizaki para hacer 'La llave secreta' (1983) y ahora hace lo propio con la novela de Alberto Moravia para 'El hombre que mira' (1994).
Desconocemos el texto literario original como para saber si la adaptación es exacta o si por el contrario no ha hecho más que servirse de la línea argumental para montar una de sus producciones seudopornográficas, como ha hecho en anteriores ocasiones, dando su visión muy particular del tema, ya que no tenemos a Moravia por un autor de esta clase de literatura.
Es la historia de un joven profesor cuya guapa esposa se marcha de casa un día.
Vive en un caserón antiguo con su padre, postrado en cama, una enfermera desvergonzada y desinhibida que le atiende en todos los sentidos, ya que el viejo verde es un provocador.
Por su parte el profesor también tiene una aventura con una alumna suya de color.
Mientras trata de recuperar a su esposa se recrea recordando los buenos momentos eróticos pasados con ella en otros tiempos.
Un profesor universitario se obsesiona con la idea de que su esposa, mocionalmente distante, está teniendouna aventura con su padre.
El film tiene un leve argumento que sirve de percha para colgar multitud de escenas eróticas en una auténtica sucesión de encuentros en la cama en las más variadas posturas, con exhibición constante de desnudos integrales de ambos sexos, dada la enfermiza fiebre erótica de los protagonistas.
No esgrime en este caso ni siquiera la otra excusa de recreación de una época como hacía en 'La llave secreta' (1994) o en 'Miranda' (1985), sino que al desarrollarse en la actualidad va directamente al grano.
De esta manera con un débil hilo conductor, la cinta queda reducida a lo que eran las antiguas películas S o lo que es lo mismo, un seudoporno duro que no llega a X por poco.
No se puede hablar por tanto de valores en esta nueva producción de Tinto Brass, que está en la línea de su anterior film, 'Los burdeles de Páprika' (1991), sin que se pueda destacar la interpretación, una calidad de fotografía, ni siquiera la música del conocido Riz Ortolani, falta de inspiración y plegándose a la que suele acompañar a esta clase de cintas y de imágenes.
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