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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine de Jean-Pierre Melville es bastante bien conocido en España, ya que toda su obra última, que constituye la mitad de su producción, se ha proyectado en nuestras pantallas.
Bien es verdad que en sus 23 años haciendo cine tan solo ha rodado 13 películas, por eso podemos decir que conocemos perfectamente la trayectoria seguida por este autor en los últimos años.
Jean-Pierre Melville se le considera como un precursor de la Nueva Ola y al mismo tiempo un clásico del cine francés, sin que por ello se le haya encuadrado nunca en la vieja guardia de realizadores galos, ya que su cine tiene un sello personal muy diferente, moderno con respecto al resto, y sin abandonar a un tiempo su clasicismo en las formas.
No hay que olvidar que para éste autor lo primero que cuenta, como en el cine americano, es contar una historia y siempre tiene en cuenta que esta historia va dirigida a un público, cosas estas que siempre hace con una gran dignidad tratando de unificar calidad artística, no exenta de cierta comercialidad.
Pero no siempre tuvo fortuna Melville en esto último, por lo que durante algún tiempo figuró en la lista de directores malditos, gozando de las preferencias de ciertos sectores de la crítica, pero no del favor del público.
A pesar de ello Melville no cambió nunca su estilo de cine, ni cejó en su empeño creador.
Es este clasicismo y afán lo que tal vez le haya dado la razón con el tiempo, puesto que en sus últimas películas el público se acerca ya a su cine, lo comprende y lo entiende mucho mejor.
También habrá que tener en cuenta una mayor preparación de los espectadores, que pueden captar mejor el cine de hoy, con su cine de siempre, dotado generalmente de un esquema policiaco que es como mejor, según el autor, se pueden decir las cosas que se quieren desde una pantalla.
Melville nos cuenta en esta ocasión una historia de la resistencia francesa, según el relato hecho novela por el académico francés Joseph Kessel.
El autor cinematográfico ha respetado el texto pleno de verismo y realidad de esos héroes anónimos en lucha contra la Gestapo y sus métodos, los campos de concentración, las ejecuciones a sangre fría, muchas veces incluso teniendo que sacrificar al compañero que ha luchado a su lado brevemente en pro de la causa que los unía.
A pesar del retraso con que nos llega de varios años, la cinta se encuadra perfectamente en ese cine político que tan de actualidad está en estos momentos en las pantallas de todo el mundo, siendo quizás casi como una premonición de lo que llegaría a constituirse en nuestros días en un género cinematográfico más que goza del favor de los públicos preparados e inteligentes, sobre todo.
Es este el último film que Melville hizo sobre la resistencia francesa, y a pesar de haber abandonado en esta ocasión su género preferido, el policiaco, no ha ocurrido lo mismo con su estilo clásico.
Adopta Melville para este complicado y complejo relato una narración totalmente lineal, en la que se entrecruzan y acumulan personajes, por lo que resulta a veces difícil de seguir.
Su técnica narrativa es la de siempre y en ella no evita incluso el uso de alguna que otra cortinilla, sin importarle demasiado que esté en desuso.
Un buen plantel de actores profesionales, capitaneados por Lino Ventura que hace un buen trabajo así como del resto del reparto, sobresaliendo igualmente Simone Signoret, una actriz de gran talento y de sobria personalidad a la que hemos visto en múltiples interpretaciones de calidad e incluso últimamente en algunas de sus más recientes películas.
Perfecta fotografía en color.
Todo ello hace que se logre una obra muy interesante para el buen aficionado.
El realismo puesto en algunas ejecuciones y el tema de la cinta la reservan para personas formadas.
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