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CRITICA
Por: PACO CASADO
Ambientado en la guerra ruso-polaca, en 1814, Bernard Borderie ha construido un picante argumento en el que se juega con el travestismo, con las situaciones equívocas y con todos esos elementos que son propios de este género cinematográfico que tanta raigambre en el cine galo tiene y que se echa de menos en los últimos tiempos.
Borderie es un director comercial que lleva más de veinte años haciendo cine, que sabe hacerlo con una cierta dignidad, pero al que no se le puede pedir en su amplia producción una calidad artística porque nunca ha tenido inteligencia para ello.
Sus films siempre han ido orientados a una producción eminentemente comercial, y así ha sido frecuente en él la inauguración de algunas series que después él mismo ha continuado como por el ejemplo la del Gorila, o quizás la más popular, la de Angélica.
Borderie también ha tocado el género de capa y espada con una versión de "Los tres mosqueteros" y su continuación "La venganza de Mylady" por lo que no es de extrañar que un film de época como este se desenvuelva relativamente bien, manejando a satisfacción tanto decorados como vestuario a los que saca buen partido con la notable fotografía en exacto colorido que incorpora.
El film resulta divertido, mantiene la sonrisa y creemos que en este sentido ha logrado su propósito, usando bien a los actores en las convencionales y atrevidas situaciones en que se ven envueltos.
Destacan en este apartado Leonard Whiting, el veterano Curd Jürgens y el picaro papel de Marianne Comtell.
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