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CRITICA
Por: PACO CASADO
Las películas sobre parapsicología tienen ilustres antecedentes en los que posiblemente se haya inspirado esta nueva cinta, partiendo de una novela, pero sin querer complicar mucho el tema.
Un guionista encuentra fuente de inspiración en la figura de una bailarina que triunfó en los años cuarenta, tal vez por el parecido físico con su esposa, para escribir el guion de su próxima película.
La investigación que hace sobre ella en los periódicos de la época y una médium que le ayudará a reconstruir su pasado mediante sesiones de hipnotismo, le hará descubrir que tanto él como su mujer son reencarnaciones de aquella bailarina y de su enamorado coreógrafo.
Con esta breve línea argumental no descubrimos ningún misterio acerca de esta película de suspense, puesto que esto es sabido por el espectador a poco de iniciar la historia y toda la gracia del film estará en saber qué pasará al final y sobresaltarse con los fenómenos extraños que comienzan a suceder a raíz de esta investigación.
Anthony B. Richmond, que anteriormente fue director de fotografía, hace con esta su primera película como director y ciertamente le notamos mucho más preocupado con su anterior profesión, ya que la película posee una muy cuidada fotografía, que con la dirección de la misma, para la que carece de toda inventiva imaginativa y se limita a mover las piezas de forma convencional y a veces hasta equívoca para el espectador que, dado el parecido físico entre los protagonistas de la historia antigua y la actual, confunde a veces las líneas paralelas del relato.
En ese tono están los actores, destacando las veteranas Shelley Winters y Clare Bloom.
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