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CRITICA
Por: PACO CASADO
Los hermanos Farrelly con sus groseras películas, 'Dos tontos muy tontos' (1994), 'Vaya par de idiotas' (1996), 'Algo pasa con Mary' (1998) o 'Yo, yo mismo e Irene' (2000), impusieron un tipo de comedia que ha sido imitada por otros realizadores, en las que abundan las groserías, la escatología y las bromas más crueles.
Sorprende que con 'Amor ciego' (2001), acertado título español, se hayan puesto un poco tiernos y no sólo pretendan hacer reír, sino que también tocan aspectos sentimentales, aunque sea a base de la obesidad como tema principal junto a otros defectos físicos.
Hal y Mauricio no quieren más que ligar con las chicas, pero el segundo ve defectos hasta en las más guapas, lo que oculta otros complejos.
En cambio Hal, tras una terapia le ocurre lo contrario, sólo encuentra la belleza interior y no los defectos físicos.
Por muy gorda que sea la chica él la ve siempre como una esbelta sílfide.
El guion nos cuenta el enamoramiento de Rosemary, una gordinflona, por más señas hija de su jefe, lo que origina otros conflictos y confusiones varias.
Se pretende una reflexión sobre la belleza corporal y espiritual en una época tan materialista como la que atravesamos, lo cual no deja de extrañarnos en estos realizadores, aunque de paso se mofen de los gordos, tullidos o deformes, cosa habitual en su cine reírse de los defectos físicos.
Gwyneth Paltrow cambia su imagen interpretando los dos papeles, de delgada y de obesa, gracias al maquillaje, y le da la réplica el cómico Jack Black, mucho más contenido que en 'Tres idiotas y una bruja' (2001) .
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