Título: |
JOHN Q. |
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Tit. Orig.:
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JOHN Q. |
Nacionalidad: |
EE.UU., 2002 |
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Dirección: |
NICK CASSAVETES |
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Guión: |
JAMES KEARNS |
Fotografía: |
ROGIERS STOFFERS |
Música |
AARON ZIGMAN |
Interpretes: |
DENZEL WASHINGTON, JAMES WOODS, ROBERT DUVALL, ANNE HECHE, RAY LIOTTA, EDDIE GRIFFIN, KIMBERLY ELISE, SHAWN HATOSY |
Censura: |
NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 13 AÑOS |
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Duración: |
115 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
Para su tercer largometraje, Nick Cassavetes, ha elegido un argumento en el que se nos muestra la cara amarga del sueño americano en las carencias del sistema de la seguridad social y asistencia médica del ciudadano medio, a través de la historia de un padre, obrero a media jornada, cuyo seguro médico no cubre la cara operación de un trasplante de corazón para su hijo de nueve años, por lo que decide hacer cualquier locura con tal de salvar su vida, aunque sea dando la suya a cambio.
El núcleo central de esta película es un tanto melodramático, con final previsible, pero de camino hace una serie de denuncias sobre los seguros médicos, las deficiencias de la burocracia del sistema sanitario, la sicatería del hospital privado incapaz de salvar gratuitamente una vida, las alimañas de los medios de comunicación siempre vampirizando las noticias desagradables para aumentar la audiencia, la injusticia de la ley, la actitud del jefe de policía insensible al dolor de los demás, etc.
Frente a todos éstos tan solo un veterano negociador de secuestros sabe comprender a ese hombre de la calle, héroe anónimo capaz de sacrificar su trabajo, su casa, su dinero o su vida por su hijo.
El film deja caer algo de moralina a lo largo del argumento, para que el espectador medio se identifique con los personajes, ya que lo que cuenta es algo cotidiano que le puede suceder a cualquiera,
Este personaje da ocasión a un buen trabajo de Denzel Washington bien secundado por un elenco de lujo.
Producida por Carlos Reygada, Carlos Serrano Azcona, Jaime Rosales y Jaime Romandía, hace su ópera prima el guionista y director madrileño Carlos Serrano Azcona, que fue ayudante de dirección de Carlos Reygada en su primer largometraje, Japón.
Antes estudió Filosofía en la Universidad Complutense y dirección en la London Film School, pero poco aprovecharía el tiempo a juzgar por los resultados de su ópera prima.
A la vista de quienes son los productores, del estilo de cine que suelen hacer, de la ayudantía de dirección con el que aprendió, no es de extrañar que el cine que lleva a cabo en su primera película este individuo sea exactamente igual que el de sus próceres, con las mismas características, de aburrido, de sin sentido, de sin argumento y de sin idea de lo que es el lenguaje cinematográfico en su afán de innovar o de epatar, siempre con la cámara a mano y pegada a la nuca del protagonista que deambula por las discotecas y las calles de noche, de día o duerme en un banco, sin la más mínima elipsis de tiempo.
El protagonista se ha divorciado de su mujer pero quiere ver a sus hijas, cosa que tiene prohibido por ley y a pesar de ello se empeña en hacerlo. Ha trabajado fugazmente en la discoteca de un amigo pero es expulsado a las primeras de cambio y se vuelve a quedar en la calle sin nada que hacer. Termina acercándose a ver a su abogado que le vuelve a decir que no haga nada y acaba por querer tirarse de un puente y ahí se corta la historia, si es que a eso se le puede llamar así, que está mejor contada en estas cuatro líneas que en las insoportables imágenes de esto ya que no nos atrevemos a llamarle película.
Esta misma técnica en las cintas de Reygada es aburrida, se ve crecer la hierba, observar íntegro un amanecer o una puesta de sol, pero al menos tiene una belleza que aquí no hay por ningún lado. Y se ponga como se ponga el director y sus patrocinadores esto es anticine, anticomercial y dudamos que encuentre quien lo estrene. Pasó por el Festival de San Sebastián en una de las secciones paralelas, que es donde se ha llegado a exhibir y los pocos que la vieron salieron echando pestes.