Título: |
PEARL HARBOR |
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Tit. Orig.:
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PEARL HARBOR |
Nacionalidad: |
EE.UU., 2001 |
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Dirección: |
MICHAEL BAY |
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Guión: |
RANDALL WALLACE |
Fotografía: |
JOHN SCHWARTZMAN |
Música |
HANS ZIMMER |
Interpretes: |
BEN AFFLECK, JOSH HARNETT, KATE BECKINSALE, ALEC BALDWIN, JON VOIGHT, CUBA GOODING JR., DAN AYKROYD, TOM SIZEMORE |
Censura: |
NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 7 AÑOS |
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Duración: |
183 MINUTOS
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Por PACO CASADO
Son muchas las veces que se ha llevado al cine el ataque a Pearl Harbor, sin ir más lejos en 'Tora, Tora, Tora' (1970), de Richard Fleischer, dada por una cadena de televisión casi coincidiendo con el estreno de ésta en la que se puede apreciar que hay planos casi calcados.
Últimamente está de moda atacar a las películas espectaculares y es que algunos han olvidado que el cine nació como un espectáculo y no como un arte y aún le queda algo de eso y hoy día tiene mucho más de negocio.
'Pearl Harbor' (2001) es un producto comercial bien hecho, que para venderlo tiene que ir envuelto en un bonito papel de celofán rosa que es la consabida y hasta tópica historia del triángulo amoroso entre dos hombres y una mujer.
Porque no hay que olvidar que las mujeres, que van más al cine que los hombres, no se tragarían un film de guerra sin ese romance y esos guapos actores.
Hay que reconocer que los 42 minutos del ataque bélico son de lo más espectacular e impresionante desde 'Salvar al soldado Ryan' (1998), de Steven Spielberg.
Que la realización de Michael Bay está más lograda que en sus anteriores cintas, aunque más atenta a las escenas de acción que a la dirección de actores, que hacen lo que pueden con los personajes que tienen entre manos.
Estupenda la música y la fotografía, desequilibrado el guion y funcional la interpretación.
Con estos elementos se hace un espectáculo que se lleva muy bien para las tres horas largas que dura, que ya es bastante.
Y si no cubren lo gastado, en el pecado llevan la penitencia.
Ganó el Oscar a la mejor edición de sonido. Obtuvo en total diez premios internacionales.
Producida por Carlos Reygada, Carlos Serrano Azcona, Jaime Rosales y Jaime Romandía, hace su ópera prima el guionista y director madrileño Carlos Serrano Azcona, que fue ayudante de dirección de Carlos Reygada en su primer largometraje, Japón.
Antes estudió Filosofía en la Universidad Complutense y dirección en la London Film School, pero poco aprovecharía el tiempo a juzgar por los resultados de su ópera prima.
A la vista de quienes son los productores, del estilo de cine que suelen hacer, de la ayudantía de dirección con el que aprendió, no es de extrañar que el cine que lleva a cabo en su primera película este individuo sea exactamente igual que el de sus próceres, con las mismas características, de aburrido, de sin sentido, de sin argumento y de sin idea de lo que es el lenguaje cinematográfico en su afán de innovar o de epatar, siempre con la cámara a mano y pegada a la nuca del protagonista que deambula por las discotecas y las calles de noche, de día o duerme en un banco, sin la más mínima elipsis de tiempo.
El protagonista se ha divorciado de su mujer pero quiere ver a sus hijas, cosa que tiene prohibido por ley y a pesar de ello se empeña en hacerlo. Ha trabajado fugazmente en la discoteca de un amigo pero es expulsado a las primeras de cambio y se vuelve a quedar en la calle sin nada que hacer. Termina acercándose a ver a su abogado que le vuelve a decir que no haga nada y acaba por querer tirarse de un puente y ahí se corta la historia, si es que a eso se le puede llamar así, que está mejor contada en estas cuatro líneas que en las insoportables imágenes de esto ya que no nos atrevemos a llamarle película.
Esta misma técnica en las cintas de Reygada es aburrida, se ve crecer la hierba, observar íntegro un amanecer o una puesta de sol, pero al menos tiene una belleza que aquí no hay por ningún lado. Y se ponga como se ponga el director y sus patrocinadores esto es anticine, anticomercial y dudamos que encuentre quien lo estrene. Pasó por el Festival de San Sebastián en una de las secciones paralelas, que es donde se ha llegado a exhibir y los pocos que la vieron salieron echando pestes.