Lo que en la primera dio un buen resultado con un bebé que hablaba incluso desde el vientre de la madre, hizo que se repitiera la fórmula con esta secuela, siendo también la hermanita la que mantenía una dura pelea dialectica con el hermano que el espectador podía oír y que resultaban de algún modo divertidas. La segunda ya no lo fue tanto. Agotada ya la pareja, se ensaya esta vez con los perros.
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