Woody Allen deja a un lado sus inquietudes y comienza a fijarse en los demás. Aquí trata de analizar a la pequeña burguesía neoyorquina cómodamente establecida como física como espiritualmente, que oculta sus problemas en una posición acomodaticia y ahoga sus preocupaciones en buenas lecturas, asistencia a la ópera, exposiciones pintura y elevadas charlas intelectuales.
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