Es un largometraje de encargo que el director británico Ridley Scott supo hacer suyo, para la que creó una atmósfera adecuada con una visión paroxística del lado salvaje de la vida a través del personaje de un detective que tiene que robar para poder pagar la pensión de su exmujer, que vive amargado y que cuando va a hacer la entrega de un asesino a Osaka se lo quitan materialmente de las manos.
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