Recoge con bastante dignidad cinematográfica la odisea que tuvieron que vivir los componentes de un equipo de rugby uruguayo cuyo avión se estrelló en las montañas de Los Andes, el 15 de octubre de 1972. Ocho días después de iniciar la búsqueda las autoridades los dieron por muertos. Para sobrevivir los pocos que quedaron vivos tras aquel infierno tuvieron que comer carne humana.
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