En el cine italiano era una constante contar historias sacadas de la calle, de la gente corriente, incluso preferiblemente humildes y desheredados. Estó culminó en el histórico movimiento neorrealista, quedando luego plasmado en films aislados de autores que volvieron a retomar aquella vieja escuela, adaptándose a los ámbientes actuales. Esto es lo que hizo con ingenio y acierto Luigi Comencini en este largometraje.
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