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Cecil Scott Forester publicó la primera novela en 1937 sobre este héroe de la marina Inglesa en el primer tercio de siglo XIX, a la que siguieron dos más.
Warner Bross compró los derechos para hacer una película que debía dirigir William Dieterle, pero éste dejó la compañía.
Se sugirió después que fuera William Wyler quien llevara a cabo el proyecto, con un director de segunda unidad para las escenas marítimas, y que fueran Laurence Olivier y Vivien Leigh los intérpretes, pero también quedó pospuesto y el film no se hizo hasta diez años después, tal como ahora lo pueden ver.
Tras la aparición de la cinta, el autor literario se animó e hizo toda una serie de novelas en torno a este protagonista, incluso dejó inacabada una de ellas que vio la luz de su publicación un año después de su muerte, que ocurrió en 1966.
En la película se recogen tan sólo las aventuras de las tres primeras novelas, siendo la primera parte del film el contenido de la primera y en la segunda se condensan los otros dos libros.
La Warner decidió que se rodara en Inglaterra, en los estudios Denham, donde se construyó la fragata Lydia, de ahí que buena parte del equipo técnico y actores sean ingleses.
Las tomas a mar abierto se hicieron en las costas de Niza y Mónaco, reclutándose también a diversos profesionales franceses.
Raoul Walsh es uno de los realizadores que más cintas navales interesantes tiene en su filmografía, sobre todo en el apartado concreto de las aventuras a velas desplegadas en los siglos XVIII y XIX.
Su tetralogía la llevó a cabo prácticamente en tres años y todos los títulos están basados en hechos reales, a veces en personajes históricos y siempre con un aliento épico.
No faltan las heroínas a bordo, las violentas tempestades, los emocionantes entierros en alta mar y toda una galería de lugares comunes al medio aventurero marítimo, que encontraron en este veterano director un intérprete fidedigno y muy capacitado.