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NOTAS DEL DIRECTOR...
Karl Marx decía que la historia se repite, primero como tragedia y luego como farsa. En los años sesenta, una generación de españoles hambrientos emigró al norte de Europa dejando atrás una España gris y atrasada. Ésa fue la tragedia. En 2013 dos jóvenes van a seguir el camino que sus compatriotas emprendieron hace cincuenta años. Hugo y Braulio, hartos de ser los últimos de la fila en una cola de más de cinco millones de parados, deciden emigrar a Alemania y escapar de una España que se derrumba, antes de que los escombros les caigan encima. Pero Dios situó el paraíso en el Edén, no en Centroeuropa. Su ilusión por realizar el sueño alemán pronto se convierte en una pesadilla: compartiendo piso con otros inmigrantes, trabajando doce horas donde ningún alemán lo haría y dándose de bruces con una cruel realidad: que han pasado de vivir por encima de sus posibilidades a vivir por debajo de ellas en lo que dura un vuelo Madrid-Berlín. Pero la vida del inmigrante es tan difícil que, a veces, cuesta asumirla. ¿Y qué pasa si unos padres llenos de orgullo deciden visitar a ese hijo que ha triunfado en el extranjero y del que tanto presumen ante los vecinos? Pues que, o decides confesar la verdad, o te ves obligado a recrear esa vida ficticia con una casa de suplemento dominical, un trabajo de alto directivo y un círculo social exquisito del que has alardeado cada vez que hablas con ellos. Y aquí es donde empieza la farsa.
En los años sesenta del siglo pasado, miles de españoles emigraron a Alemania, con la esperanza de encontrar un futuro mejor, atraídos por la necesidad de mano de obra de lo que los economistas llamaron: “El milagro Alemán”. Desde hace cuatro años, el derrumbe de lo que los economistas llamaron “El milagro español” ha obligado a miles de españoles, a emigrar a Alemania en busca, otra vez, de un futuro mejor. De las muchas conclusiones que se podrían extraer, quedémonos con una: a los alemanes se les dan bastante mejor los milagros económicos que a nosotros. Porque no deja de ser una broma de la Historia que la que se supone que es la generación de españoles mejor formada de todos los tiempos, educada en democracia, con acceso a la información, a la tecnología y a las redes sociales, se vea obligada a salir a buscarse la vida en Europa como hicieron sus abuelos, que apenas sabían leer y escribir, cincuenta años atrás. Nadie creyó nunca que en España, que no hace ni cinco años aspiraba a estar en el G-8, la historia se iba a repetir de esta manera, aunque los tiempos hayan cambiado y en lugar de maletas de cartón los emigrantes lleven Ipads. Pero la situación laboral en España es tan asfixiante (el paro juvenil entre los menores de 25 años es del 52%), que el centro de Europa vuelve a aparecer como El Dorado para muchísima gente que no ve ningún futuro en nuestro país.
El ministerio de Empleo calcula que entre 2011 y 2020 emigrarán de España un millón de personas, y eso son un millón de historias esperando a ser contadas. De esa necesidad de contar una realidad social surge este proyecto y, con él, la intención de retratar una época y una generación: la de los jóvenes que, por primera vez en muchas décadas, van a vivir peor que sus padres.