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SINOPSIS
Durante la Segunda Guerra Mundial un equipo de rodaje intenta levantar la moral de los soldados cuando rueda una película propagandística…
INTÉRPRETES
GEMMA ARTERTON, SAM CLAFLIN, BILL NIGHY, JACK HUSTON, PAUL RITTER, RACHAEL STIRLING, RICHARD E. GRANT, HENRY GOODMAN, JAKE LACY, JEREMY IRONS, EDDIE MARSAN, HELEN McCRORY, HUBERT BURTON, CLAUDIA JESSIE
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UNA FELIZ COINCIDENCIA...
La novela de Lissa Evans Their Finest Hour and a Half, aunque llegó a ser considerada para el Premio Orange de narrativa en 2009, no llamó demasiado la atención. Es por ello que resulta sorprendente que la historia llegase, de manera independiente, a las manos dos productores del cine británico, y que esto sucediese casi al mismo tiempo.
Amanda Posey dio sus primeros pasos en el cine trabajando para Stephen Woolley. Desde entonces ha alcanzado mucho éxito: ha sido nominada al Oscar por An Education y más recientemente por Brooklyn. Woolley, que acababa de recibir el aval de varias nominaciones para su película Carol, es un productor famoso, con una larga trayectoria en el cine británico. Fue nominado al Oscar por El juego de lágrimas. También ha sido productor de Entrevista con el vampiro y de Pago Justo. Como londinense conocido por sus películas de época sobre su ciudad, se sintió atraído por el tema y el período, así como el contenido cinematográfico y la magnífica prosa de la novela de Lissa Evans. Sin embargo, fue la combinación de los sorprendentes retratos de personajes y el humor inteligente lo que le subyugó.
"Me encantó el libro tanto que decidí averiguar si los derechos de adaptación al cine estaban libres par Number 9 –mi productora-, y cuál no fue mi sorpresa al descubrir que otra persona estaba haciendo una oferta por los derechos, y esa persona era Amanda", cuenta Woolley.
Amanda Posey cuenta cómo se enamoró de esta novela, y por qué pensó que Gaby Chiappe, que aún no había escrito ningún guión para un largometraje, era la persona perfecta para el trabajo.
"Había leído dos de las anteriores novelas de Lissa Evans y realmente me encantaba su narrativa, así que siempre había tenido un interés en su obra", cuenta. "Tiene una riqueza increíble y una gran profundidad en los detalles; me encantó la evocación que hace ese período de la guerra. Arrojaba luz sobre un momento de la historia del cine británico que rara vez ha llamado la atención antes, pero lo hacía en el contexto de esta historia, de una joven que desarrolla sus talento como escritora y que aprende sobre la vida y sobre el amor a través de esa colaboración entre el proceso de escribir y el de hacer una película.”
"Entonces descubrí que Gaby, que era un guionista de televisión, quería adaptarlo, y me impresionó su planteamiento. En aquel momento todavía no tenía una opción sobre los derechos de adaptación, y fue entonces cuando recibí una llamada de Stephen. Él me propuso hacerlo juntos. Los dos pensamos que colaborar de esta manera podía ser algo fantástico. El hecho de que ambos estuviésemos interesados en la misma novela y al mismo tiempo fue una coincidencia muy feliz.”
Woolley admite que al principio no estaba seguro de poner en manos de un guionista sin experiencia un proyecto de esta magnitud, pero la productora ejecutiva Christine Langan de BBC Films y Amanda estaban tan entusiasmadas con el talento y la idoneidad de Gaby para la tarea que, "en realidad pensé que si no funcionaba siempre podíamos conseguir otro guionista de cine con más experiencia. Pero Gaby hizo un trabajo espléndido al redactar el guión de la historia tal como lo queríamos, conservando todos los elementos que sentíamos que eran importantes. Y cuando tuvimos la suerte de entrar en contacto con una directora de tanto talento y habilidad como Lone, ya nunca volvimos la vista atrás ".
Lone Scherfig, la directora de Su mejor historia, tuvo la impresión de que la experiencia de Chiappe en la pequeña pantalla influyó en el guión, algo evidente sobre todo cuando se tiene en cuenta que el encargo era adaptar una narración complicada con muchísimos personajes e historias que se cruzan.
"Debido a la larga trayectoria televisiva de Gaby, ella confía en que el director conseguirá contar historias muy complejas. De hecho, fácilmente se podrían haber hecho dos películas con el material del libro original. Es un guión muy intenso, lleno de detalles. Sin embargo, la escritura de Gaby es bastante minimalista, con lo cual deja mucho espacio para tomar decisiones estilísticas y conseguir trasladar el guión a una pantalla más grande, más generosa, pero más implacable con los fallos.”
Chiappe, quien afirma que "la división entre guionistas de cine y de televisión es artificial", es el espejo fiel de los sentimientos de los dos productores, afirmando que fue el humor de Evans lo que la atrajo al principio. También cuenta el carácter surrealista que ha tenido toda la experiencia para ella.
"El sentido del humor de Lissa es irresistible: me hace sonreír. Es cariñoso pero increíblemente incisivo, y muy riguroso. Se las arregla para ser cálida y divertida y el humor no es malvado, es astuto. Incluso cuando la historia era dolorosa, la novela seguía siendo divertida", prosigue. "Toda la experiencia tuvo un aire poco real. El día que fui a la lectura del guión, simplemente no podía asumirlo: había un montón de gente increíblemente famosa sentada alrededor de una mesa para leer un guión que había escrito yo; me pareció completamente irreal.”
"Incluso cuando lo veo, sabiendo lo que pasará, y lo que cada personaje va a decir, todavía tengo la sensación de ver una película: me sentí alejada de una manera positiva. No se parece a la película que estaba dentro de mi cabeza, que solo existe en mi imaginación. Hay un pequeño período en el que tienes que superar los esquemas que has construido en la cabeza y aceptar lo que realmente existe.”
En la novela original de Evans hay tres personajes principales a los que vamos siguiendo: Catrin, Ambrose y Edith. Éste último personaje ha sido suprimido en la adaptación, aunque algún elemento ha sido traspasado el personaje de Phyl. Como Woolley nos cuenta, el foco tenía que permanecer en Catrin, y ciertos sacrificios eran necesarios para acomodarse a ese esquema.
"Recreamos meticulosamente los personajes del libro lo mejor que pudimos, pero también nos dimos cuenta de que tenía que ser un viaje, así que lo hicimos sobre Catrin, y sobre su relación con Buckley, que se convirtió en la columna vertebral del guión de la película", prosigue. "Suprimimos a Edith porque no había manera de que pudiese también encajar su historia, y algo tenía que ser eliminado. También estábamos interesados en hacer una historia moderna. Las películas de guerra hechas en esa época generalmente tienden a reflejar la experiencia masculina de la guerra. Nosotros queríamos hacer una película que no fuera solo la experiencia femenina de convertirse en escritora, sino una experiencia femenina de estar en los bombardeos de Londres y hacer frente a una sociedad que estaba a punto de cambiar, a punto de pasar de estar dominada por los hombres a ser una sociedad en la que las mujeres no solo eran toleradas, sino que se esperaba de ellas que supliesen a los hombres y asumiesen roles masculinos en la sociedad. No solo en el mundo del cine, sino en el mundo en general.”
BUSCANDO EL TONO...
Construir una película que mantenga una sensación de encanto inefable, mientras que al mismo tiempo no se pone en entredicho la imagen severa de la guerra, intercalar humor y tragedia de manera que resulten compatibles: lograrlo no es una tarea fácil. Para Amanda Posey conseguir a la perfección ese equilibrio fue una preocupación primordial.
"La auténtica oscuridad de la guerra siempre queda reflejada tanto visualmente como narrativamente", dice. "Hay una gran cantidad de dificultades que están presentes en la película, que te recuerdan en todo momento que hay asuntos de vida o muerte que pasan por debajo de todo esto. Esto es lo que impide que se vuelva un relato demasiado frívolo. Lo que consigue es que siempre se respete la verdad del momento en el que transcurre” añade. "Pero fue una preocupación que estuvo presente, y fue algo que influyó en nuestra visión de los efectos digitales, las localizaciones, el vestuario, de todos los elementos en general.”
El tono de la película fue confiado a manos competentes, y Scherfig cuenta que ella siempre se crece con narraciones de este tipo. "Casi siempre uso el humor como palanca hacia algo más serio y viceversa", dice. “Para esta película, diseñé un modelo bastante estricto de patrones artísticos que permitían que todos los departamentos tuviesen una orientación precisa. Posteriormente fui relajando el control para que la gente aportase algo de humor y conseguir que hubiese alguna licencia artística. Puedo convertirme en idiosincrásica con los pequeños elementos y puedo también quedar encantada con algún detalle que han sugerido el equipo o los actores; pero lo más importante es conseguir crear una atmósfera en la que reine el buen humor y la confianza, lo cual tiene que ver con la elección de las batallas que debes librar.”
A pesar de toda la destrucción ocurrida durante la Segunda Guerra Mundial, emergió también un sentido de comunidad entre los que permanecieron en Gran Bretaña, y esta era una noción vital que los dos productores estaban decididos a conseguir que llegase al público.
"Esa generación a menudo se refirió a la guerra como el mejor momento de sus vidas, porque este era un momento en que todos se unieron y todos tuvieron un propósito común", dice Posey. "Me encanta el vínculo de la historia con los bombardeos y con el rodaje de una película, ya que es exactamente el mismo espíritu que llevas a un esfuerzo artístico de equipo, especialmente uno en el que tu estás bajo mucha presión.”
Woolley se apresura a mostrar su acuerdo con Posey en este punto: "La vida tiene que ser amada y disfrutada y hay que seguir adelante, no se podía pensar en lo que se hubiese podido hacer el día siguiente, porque tal vez el día siguiente no llegaba. Eso aglutina a una comunidad. Puede que tuviesen las sensación de tener los días contados, pero al menos estaban dispuestos a disfrutar de los días que quedaban. Resulta terrible decir esto de una guerra, pero sí existe un lado alegre, el lado de unión de la comunidad y de las ganas de celebrar esa unidad.”
"Hubo una gran cantidad de carcajadas y una gran cantidad de risa y de voluntad de resistir, pero eso era todo un maquillaje y un ocultamiento de la realidad: maridos, hermanos, padres e hijos todos enviados a la guerra, muchos de ellos para no volver. Ese es un elemento presente en toda la película, algo constante, y es un ingrediente crucial del tono. Podríamos haber hecho la película como una comedia, pero es necesario saber que la muerte está presente, y que la vida es valiosa, que no se puede detener. Hay que seguir y disfrutar, y seguir siendo ambiciosos y conseguir encontrar el humor."
Sam Claflin, que interpreta a Buckley, también era consciente del estado de ánimo en el país en aquella época concreta, y lo importante que resulta que Su mejor historia consiga reflejarlo.
"No todo el mundo estaba triste, la gente iba al cine, quería reír, y había gente escribiendo guiones para hacer reír a la gente. No fueron solo los soldados los que ganaron la guerra, sino también la gente de calle, todos estuvieron juntos.”
Bill Nighy, coprotagonista de la película, interpreta a un personaje cómico inolvidable -Ambrose Hilliard-, un actor dramático envejecido y presumido, era consciente de que a pesar del humor que salta a la vista, el camino estaba lleno de trampas.
"Hoy en día existe una gran nostalgia por esa época. Sin embargo, si la hubiésemos vivido, hubiésemos visto que fue una época increíblemente dura y trágica, con cientos de miles de personas muriendo en Londres, y con la amenaza constante de no despertarse al día siguiente, o de que tu familia muriese: la gente vivió eso durante seis años”, dice. "La idea de que había algo superior a todo convenció a la gente de que había algo por lo que preocuparse, y ese algo estaba muy por encima de sus inquietudes: en cierta manera los liberó. La gente llega a soportar mucho cuando hay una sensación de gran peligro que acecha. Sin embargo, logran encontrar momentos para quejarse de las cosas, para enamorarse o para reírse.”
"Yo estaba acostumbrado a las historias de esa época que había oído de mi madre y de mi padre, y el guión es muy inteligente, es sofisticado y te da una idea muy detallada y específica de cómo pudo haber sido un día cualquiera durante los bombardeos, si es que aceptamos que existía un día cualquiera."
La tarea de lograr un equilibrio entre el encanto y el triste sentido de la realidad quedó encomendada a Chiappe, y ella se sintió de manera similar a Nighy: incómoda con la idea de hacer de la guerra algo romántico, pero sabiendo que debía transmitir el sentido de comunidad muy unida a través del guión.
"La gente seguía siendo quien era, había un cierto estoicismo que podemos contemplar como heroico, si queremos, pero creo que fue un poco más pragmático. La tienda de alguien era bombardeada y entonces se veía una señal que decía 'abierto', porque, ¿qué ibas a hacer? Esa capacidad de adaptación es un elemento muy inspirador, muy estimulante, pero también contiene un pragmatismo extremo," prosigue.
"Hay una pragmatismo en la forma en que se comportó la gente, lo cual es a la vez un motivo de inspiración, pero también no es más que sentido común puro y simple. Es fácil detectarlo, pero me parece realmente interesante, y las películas de propaganda de la época reflejaban una verdad, una verdad útil para que los británicos se reconocieran a sí mismos como los que conseguían mantener el sentido del humor en unos momentos en los que les estaban ocurriendo cosas terribles."
"Pero hay que tener cuidado porque puedes se puede caer en el sentimentalismo con la guerra, y la guerra casi siempre fue algo horrible para la mayoría de la gente. Pero a diferencia de la mayoría de las otras cosas terribles, esta en concreto le llegaba a todo el mundo. Todo el mundo estaba siendo bombardeado, todo el mundo estaba sin comida, todo el mundo estaba perdiendo parientes o amigos, todo el mundo estaba nervioso. Tal vez esa experiencia colectiva es lo que hizo que la gente fuese más sentimental, esa noción de que todo el mundo era parte de algo superior a cada uno de ellos."
EL CINE BRITÁNICO DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL...
El rostro del cine británico, tal como lo reconocemos hoy en día, fue creado y definido durante los años cuarenta gracias a películas de propaganda muy similares a las que nuestros protagonistas están rodando en Su mejor historia. El glamour y el brillo de Hollywood estaban demasiado alejados de la realidad y el público buscaba un reflejo apropiado del mundo en el que vivía. Ese reflejo tuvo una influencia determinante en la siguiente generación de cineastas de la productora Ealing, la de de las películas “de fregadero” de finales de los 50, y la de principios de los 60, con películas como Mirando hacia atrás con ira o Cathy Come Home. La influencia llega incluso a cineastas de hoy en día como Mike Leigh o Ken Loach.
Para Stephen Woolley, toda una vida de admiración por las películas de este período fue un impulso de su pasión como productor británico. Los conocimientos que llegó a adquirir también fueron un activo muy valioso para este proyecto en concreto.
"La historia de nuestra película dentro de la película, The Nancy Starling, que es la historia del rescate de soldados heridos en Dunkerque, está magnificada, pero la gente en esos momentos podía conectar con eso”, dice. "Había un componente de responsabilidad social en el hecho de contar historias sobre personas reales pero 'invisibles' y eso es lo que resulta tan interesante de los nuevos cineastas jóvenes de ese momento, como Powell y Pressburger, David Lean y Carol Reed. Estaban haciendo películas sobre la gente corriente, porque de repente sus vidas eran inquietantes y peligrosas y estaban llenas de consecuencias a menudo trágicas. La gente quería ver sus historias en la pantalla, no querían el típico escapismo de Hollywood. Así que escritoras como Diana Morgan -fuente de inspiración sobre la que Lissa Evans creó el personaje de Catrin- comenzaron a surgir con naturalidad. Originaria de Gales, Diana Morgan fue contratada por la Ealing para escribir la “bazofia”, es decir, los diálogos femeninos de las películas, películas que estaban dominadas por personajes masculinos. Sin embargo, pronto se empezaron a producir películas que tenían un punto de vista más femenino, con lo cual ella escribía bastante más que simple diálogo. Como ella misma ha contado, aparece en los créditos de películas que casi no escribió, y en cambio no aparece en otras que reescribió por completo: eso era el resultado de lo caótico que era el proceso de elaboración del guión. Los guiones se escribían en los estudios de rodaje, de la misma manera en que los acontecimientos de la guerra cambiaban a diario."
"Muchas de las nuevas películas, especialmente las películas ambientadas fuera del frente, reflejaban "la guerra de la gente". Desaparecieron las historias sobre altos mandos altivos con esposas y novias devoradas por la angustia. El público tampoco buscaba biografías vivaces de reyes importantes ni una visión edulcorada y amable del gran Imperio Británico. En lugar de eso, deseaban y pedían historias sobre la gente corriente como Sangre, sudor y lágrimas, Went the Day Well?, The Foreman Went to France, One of Our Aircraf is Missing, El sexo débil, Millions Like Us, The Bells Go Down y The Way Forward. Eran películas que contaban historias de gente que tenía conductas heroicas, que vivía en condiciones terribles y que a menudo, aunque no siempre, acababan triunfando. Estas películas solían estar inspiradas o basadas en documentales y cortometrajes producidos por el Ministerio de Información como películas de propaganda. Eran documentales excelentes como Fires Were Started, London Can Take It, Night Shift y Listen to Britain. También se produjeron algunos cortometrajes con grandes actores y estrellas del momento. Celia Johnson, una grandísima estrella del West End hizo su primera aparición en cine en dos de estos cortometrajes: We Serve y Letter From Home. El primero era una producción destinada a promover el alistamiento de las mujeres. El segundo únicamente se distribuyó en Estados Unidos para promover que América se incorporase a la guerra. Ambos cortometrajes fueron dirigidos por Carol Reed."
"Esta nueva cosecha de películas fue filmada y realizada principalmente en los estudios de Londres y los alrededores. Era la zona donde se podía asistir al bombardeo de la población indefensa y desarmada y las muertes que producía. Estas películas reflejaban el estado de ánimo del público, una voluntad de desafío combinada con un humor fatalista. De hecho, aunque los robos eran un problema, el nivel de criminalidad era muy bajo teniendo en cuenta que casi no había policía. De manera un poco increíble, la gente pudo reírse de sí misma y de la situación con facilidad. Eso quedaba reflejado en las películas que se estaban realizando: de hecho, el humor es el tema recurrente que todas estas películas tienen en común.”
"Hacer películas en tiempo de guerra fue algo extraordinario porque, como dijo Carol Reed, cuando llegabas al trabajo no sabías si los actores, el equipo técnico, los decorados o incluso el estudio existirían. Y las películas tenían un propósito real: transmitir información a un público sitiado, mantener sus esperanzas vivas, manifestar ante América y ante el resto del mundo libre (especialmente en las primeras películas) que Gran Bretaña seguía con vida y seguía peleando. Hoy en día todos los que trabajamos en el cine hablamos de las películas como si fuese algo de vida o muerte, por ejemplo cuando un actor acepta un trabajo distinto al que le hemos propuesto, o cuando perdemos la financiación de una película. Pero no son cuestiones de vida o muerte. En aquellos días, sin embargo, sí era cuestión de vida o muerte: cada semana 30 millones de personas iban al cine en Gran Bretaña, la mayoría eran mujeres que necesitaba que esos mensajes estuviesen en la películas, era un imperativo.”
La pasión que siente Woolley por el cine de esa época se transmite a la película. Todos los que han colaborado con el venerable productor admiten que sus conocimientos y su entusiasmo resultan contagiosos.
"Stephen Wolley es el mayor cinéfilo que se pueda imaginar, es muy estimulante, porque conoce todas estas películas y las ha visto", dice Lone Scherfig. "Fue un verdadero privilegio trabajar con alguien de su calidad, alguien que entiende y aprecia lo que hacen los director".
Gemma Arterton, que interpreta el papel principal de Catrin, también habla de los impresionantes conocimientos que tiene Woolley de esta época de la historia británica.
"Stephen es un gran admirador del cine de la época de la guerra y siente una gran pasión por ese período", dice. "Él también ha hecho películas que tienen papeles interesantes para las mujeres, así que escucho con detenimiento si me aconseja hacer algo. Tuve mucha suerte de tener a Lone y a Stephen pasándome muchas películas para poder verlas.”
Para Sam Claflin, recibir consejos cinematográficos de Stephen Woolley es algo que no ha cesado porque haya concluido la producción de la película.
"Teniendo en cuenta que en realidad hemos terminado el trabajo hace poco, él todavía me envía películas mudas, o películas de la época que cree que debo ver,” dice sonriendo. "Me gustaría creer que soy un cinéfilo, pero un cinéfilo contemporáneo. A mi me resulta muy difícil encontrar el tiempo para ver películas antiguos o incluso para repescar películas que me perdí cuando era pequeño. Pero Stephen es alguien que intenta que hagas una inmersión en los clásicos. Solo puedo decir que estoy muy agradecido.” En cuanto a Amanda Posey, ella pensó que poder contar con todo los conocimientos que Woolley tenía, le iba a permitir centrarse más en la historia que tenían entre manos: eso hizo posible que surgiese una relación de trabajo próspera para ambos.
"Nunca tuvimos que preocuparnos de que Lone, yo misma o los jefes de departamento hubiéramos visto cada película británica realizada en esa época porque sabíamos que Stephen Woolley las había visto todas", dice. "Era como un jefe de archivo y documentación al que yo podía recurrir, y al cual podían mirar el diseñador de producción y Lone para preguntar: '¿está bien?'. Stephen aportó una gran cantidad de información y de conocimiento. Fue algo muy motivante, pero también creo que de alguna manera ayudó que las dos no estuviésemos inmersas en los detalles de la época y de la historia: ¡fue una combinación perfecta!”
UNA JOYA EN EL CINE BRITÁNICO...
Teniendo en cuenta que el argumento de Su mejor historia gira alrededor de Catrin, una mujer que por dentro es muy fuerte, que desafía a los escépticos al conseguir crear un guión de película de propaganda, la película requería un artista especial para protagonizarla, y Gemma Arterton era la persona perfecta.
Habiendo trabajado anteriormente con Stephen Woolley, el productor estaba encantado de poder conseguir que la actriz se incorporase al proyecto como protagonista.
"Hay una calidad real en Gemma Arterton que resulta extraordinaria, porque la gente la ve como una de ellos mismos. Ella es una persona muy cálida y humana y ha aportado toda su personalidad a este papel, por eso te enamoras al acto del personaje de Catrin", cuenta. "Espero que esta sea otra película que le permita a la gente de todo el mundo ver de nuevo lo increíblemente excepcional que es esta actriz.”
Aunque ser generoso y agradable en la vida real no necesariamente se refleja en la pantalla, en este caso, Lone Scherfig cree que la personalidad de Arterton sí queda reflejada, y eso le añadió una dimensión extra al papel de Catrin.
"La conocí y vi lo completamente profesional y polifacética que es, además de generosa y entregada con su humor y sus emociones. Lo que no sabía es cómo esas cualidades iban a quedar reflejadas en la interpretación. Hay momentos en la película donde se puede apreciar que ella misma, no solo el personaje, es simplemente una persona encantadora. Sin que ella se dé cuenta, consigue traspasar esas cualidades de una manera que nunca he visto antes en una actriz. Siempre había querido trabajar con Gemma, había intentado anteriormente trabajar con ella en dos ocasiones, pero no llegó a cuajar. Ahora solo pienso en volver a trabajar con ella de nuevo.”
Amanda Posey también era parte del coro de aquellos que apreciaban el talento de Arterton, al mismo tiempo que dedicaba elogios a Scherfig por gestionar este elenco con tanta facilidad, con papeles secundarios en manos de actores como Jake Lacy y Jack Huston, así como Eddie Marsan, Helen McCrory y Jeremy Irons.
"Gemma es una actriz con mucho talento y sus papeles en la pantalla no han mostrado su fantástica gama interpretativa. Ella es una actriz cómica brillante pero tiene mucha profundidad, y es capaz de aportarle una gran frescura al personaje. Además en esta película da vida a un personaje que tiene algo de pez fuera del agua. Ella logra que veamos lo ilusionado que está el personaje -así como las sorpresas que siente- al adentrarse en el extraordinario mundo del cine. Al final sí tienes la sensación de que tiene poder y tiene agallas, y que ha descubierto qué quiere hacer con su vida. Eso es algo que Gemma consigue transmitir, esa frescura exterior con tanta solidez interior. También creo que los años cuarenta le sientan muy bien: en la película se la ve muy elegante lo cual le añade algo a la interpretación, le de un toque de madurez.”
"Pero tener actores tan buenos en todos los papeles también entraña algún peligro. Hay que encontrar la manera de darles un espacio para que se puedan expresar y de tratarlos como es debido. Hace falta un director con mucha habilidad y diplomacia: eso es lo que Lone es. Ella logró que los actores sintiesen que para la directora ellos eran la prioridad número uno, y les dio el espacio necesario para ensayar y trabajar unas cuantas cosas. Ella consigue darles una oportunidad para que ellos mismos aporten algo propio al personaje, aunque trabajen solo un día en el rodaje."
Parece que Arterton también dejó una huella entre sus compañeros. Richard E. Grant, por ejemplo, nos cuenta que "Gemma es tan abordable, acogedora, generosa y cálida que resulta irresistible. Ella no aguanta a los tontos, sabe exactamente lo que quiere y tiene un sentido del humor muy fino. Gemma aporta todo su carisma, su encanto y desparpajo a este papel, caminando en la línea fina que separa lo tenaz de lo conmovedor."
Sam Claflin, que compartió varias escenas frente a la actriz, interpretando a su compañero y amigo Buckley, quedó igualmente impresionado.
"Gemma y yo casi habíamos trabajado juntos un par de veces antes y por la razón que fuese al final no lo habíamos conseguido, así que estaba muy contento de que finalmente pudiésemos hacerlo. He sido un gran admirador de su trabajo durante años. Ella realmente se ha trazado una maravillosa carrera, y no solo en el cine y en la televisión, sino también en el teatro y en los musicales ", afirma.
"Tener la oportunidad de trabajar con alguien que es independiente y profesional, pero al mismo tiempo tan divertida, práctica y real, es fantástico. Soy una de esas personas que esperan lo mejor y temen lo peor, pero ella me dejó asombrado. Me gustaría pensar que he hecho una amistad para toda la vida. Hemos tenido una vidas y unas experiencias similares en la escuela de teatro, y tenemos muchos amigos en común. Era raro que no nos hubiésemos conocido antes: trabajar con ella ha sido maravilloso. Solo espero tener la oportunidad de hacerlo de nuevo. Seguiré viéndola en todo lo que hace. Si de esta película no sacase nada, por lo menos sí habría conseguido un nuevo mejor amigo.”
EL ENCANTO DE LONE...
La directora danesa Lone Scherfig llega a este proyecto tras haber concluido una trilogía de de producciones aclamadas, con An Education, One Day (Siempre el mismo día) y The Riot Club. Su sensibilidad como cineasta casa a la perfección con el cine británico, y Amanda Posey nos cuenta que no dudó ni un segundo en darle la dirección de Su mejor historia.
"Había trabajado con Lone antes en An Education, así que obviamente era una gran admiradora suya. A los actores les encanta trabajar con ella. En esta película era necesario hacer muchos tipos de interpretaciones distintas: algunos personajes tienen mucha gracia y resultan bastante directos, mientras que otros necesitan una profundidad y una riqueza palpables. Necesitábamos a un director que tuviese esa profundidad y esa sutileza. Lone cuenta con eso en su trayectoria. También le encanta el juego entre el drama y la comedia, y con un guión que tiene momentos cómicos y escenas trágicas y emotivas, necesitábamos a alguien que pudiera andar por todos esos terrenos.”
"Ella también trajo la visión de un extranjero a ese contexto en el que estábamos: ella no se incorporó a la película ni con nostalgia, ni con sentimentalismos, ni con otras ideas preconcebidas. Llegó al proyecto en calidad de cineasta con interés por el cine como arte, pero que viene de una cultura diferente. Creo que eso mantuvo su mirada muy fresca. Creo que otros directores podrían haber estado paralizados por una historia de la que, en cierta manera, se sentían parte.”
Tener la perspectiva de un extranjero era algo que para Stephen Woolley también era un elemento esencial: era algo que Scherfig podía aportar al proyecto.
"Produje Mona Lisa con Neil Jordan y siempre fui consciente de que él iba a aportar una visión completamente distinta de Londres, cosa que hizo que la película fuese tan especial. Si miramos otros casos como Noche en la ciudad, de Jules Dassin, o Repulsión, de Roman Polanski, eran visiones extraordinarias y únicas de Londres en aquellos momentos concretos. Tener la visión de un extranjero es una ventaja real, y Lone ha aportado una mirada fantástica a la Gran Bretaña de los años 40, dejando de lado los planos panorámicos de la catedral de San Pablo, más propios de productos turísticos o de cajas de bombones. Eso era exactamente lo que queríamos evitar: queríamos que fuera un Londres más insular, más interior, que mostrase las calles y los bombardeos de una manera que le recordase a la gente cómo era vivir en ese mundo, sin buscar una paleta de colores y efectos que ya hemos visto mil veces.”
Para Scherfig también era positivo el hecho de llegar a este material fílmico desde un punto de vista externo, positivo sobre todo para la película final.
"Es más fácil enamorarse y expresar ese amor con algo que no eres tú mismo", cuenta. "Puedo sentir orgullo en nombre de Gran Bretaña: el hecho de ser extranjera no implica que no vaya a valorar las películas que se realizaron en esa época. Creo que la ventaja que tengo es que me gusta mucho Gran Bretaña, pero por las cosas buenas que tiene. No hay motivo para que la película sea una parodia o exprese algún tipo de modestia; y seguramente eso tiene algo que ver con el hecho de que yo sea extranjera. Pero con los años me he vuelto más anglófila, he conectado sobre todo con la calidez británica, su ingenio y su ética del trabajo.”
Cuando ya estaba claro que tanto Woolley como Posey estaban comprometidos con el proyecto, y que Scherfig dirigiría, muchos actores se sintieron atraídos a la película debido a la directora danesa, por encima de todo.
"Lone fue la atracción principal, siempre he querido trabajar con ella," comenta Gemma Arterton. "Ella sabe abordar la comedia muy bien, y me gustan sobre todo sus películas más ligeras. Ella fue la razón principal de que esté en el proyecto."
"Lone hace ensayos, que es algo por lo que le estoy muy agradecida. Nos reunimos meses antes de comenzar el rodaje para empezar a trabajar sobre las escenas de Catrin y Buckley, para conseguir la química, lo cual es genial porque el diálogo es realmente rítmico y cuando estábamos rodando ya sabíamos lo que teníamos que hacer y lo que estábamos intentando obtener. Ya sabíamos bastante sobre los matices en concreto y sobre el tono que tenían que tener algunos diálogos. Es genial tener un director que te permita hacer lo que instintivamente quieres hacer, eso hace que puedas sentirte más atrevida. Ella puede contemplar toda la película, mientras que yo solo la veo de escena a escena: eso hace que sea una gran directora.”
Mientras tanto, Sam Claflin, que había trabajado con Scherfig antes en The Riot Club, estaba decidido a trabajar con ella de nuevo.
"Trabajar nuevamente con Lone fue un sueño, y trabajaría con ella una y otra vez. Siempre siento que estoy rodeado por un increíble reparto de grandes actores, porque ella atrae a grandes actores ", dice.
"Ella permite que los actores sean actores, ella no nos dice qué hacer y cómo hacerlo, nos permite la libertad de explorar las cosas por nuestra cuenta, y al mismo tiempo sí nos guía. Si ella tiene una visión muy específica de cómo debe ser cierto momento del guión, sabrá guiarte suavemente, de manera que vas a sentir que eres tú mismo quien quiere llegar a ese punto. Pero también establece un período de preparación muy riguroso, donde nos permite repasar conjuntamente el guión, algunos momentos de la narración y cualquier cosa de la que no estemos seguros. Ella aclara cualquier punto dudoso antes de empezar, así que te sientes preparado. Consigue que te sientas acogido y satisfecho, te hace sentir como un actor, y eso es bastante infrecuente, aunque cueste creerlo.”
Bill Nighy comparte los pensamientos de sus compañeros de reparto. "Había querido trabajar con Lone desde hacía mucho tiempo y me alegra enormemente que haya surgido esta oportunidad", prosigue. "Ella es más inteligente que yo, que es lo que siempre quieres en un director. Ella siente un gran respeto por los actores y les permite un gran juego de cintura, una gran libertad: creo que eso es esencial. Pero lo que me gusta de ella, por encima de todo, es que se ríe con mis chistes. Nadie se puede ni imaginar los ánimos que da. Si un director está riendo después de haber visto algo en un monitor, quiere decir que ese ha sido un buen día de trabajo.”
Richard E. Grant, que tiene un papel secundario algo más pequeño en la película, también tiene un recuerdo espléndido del tempo que pasó junto a la directora.
"Lone tiene el don de hacerte sentir completamente tranquilo, y es una persona abierto a las ideas y a las sugerencias de todos. Tiene un gran sentido del humor y es muy empática, está centrada en ser empática y en encontrar la verdad en cada situación del guión. También le gustan y valora claramente a los actores y aquello que pueden aportar, cosa que no es frecuente. Su autoridad se expresa de manera tranquila y silenciosa, cosa que hizo que la experiencia del rodaje fuese increíblemente agradable.”