Rossellini ha sido categórico: el cine ha muerto.
El maestro se afianza en la línea expuesta y seguida por él mismo en los últimos años, casi en solitario. El camino elegido: el didactismo.
Rossellini parte de una doble constatación: el cine ha perdido el prestigio y la influencia de antaño. De las doscientas películas que Italia produce aproximadamente cada año, ciento ochenta son westerns o secuelas de James Bond.
Por otra parte, la progresiva disminución de espectadores en las salas es elocuente. "El cine ha terminado, viva la televisión". No se trata pues, simplemente de un cambio de medio expresivo, sino ante todo de una orientación básicamente educacional.
Rossellini, de cuya lucidez, nunca aprenderemos bastante, vislumbró ya hace años la necesidad de un nuevo cambio de coordenadas en su obra, que unos pocos ciegos aún quieren mantener encerrada en los límites del neorrealismo. Pero él, uno de los directores con mayor responsabilidad y visión histórica de su trabajo creador, sabe que los veinte próximos años se basaran en la instrucción y la educación, en la facultad de aprender y el arte de enseñar.
"El problema es simple, dice Rossellini. Hoy, nos guste o no, nos hemos dado nuevas estructuras técnico-científicas, hemos conquistado el progreso; el único elemento que no está a la altura es el hombre. Si el hombre no adquiere una visión historia de las cosas, si no consigue situarse y juzgarse en la historia de la humanidad, si no aprende a hacerse un lugar en la corriente del progreso, está perdido. Ya no comprende nada, está sobrepasado". La solución que apunta el maestro es asimismo simple: aprender y enseñar.
Rossellini ha dedicado los últimos cinco años a la investigación y preparación de una serie de grandes frescos épicos de nuestra socidad. "L'eta del ferro" y ahora La prise de pouvoir par Louis XIV son las primeras muestras de esta experiencia.
Adaptada del libro de Philippe Erlanger, rodada en veinticuatro días utilizando el objetivo-travelling, de su invención que ya venía usando en sus últimos films, La prise de pouvoi par Louis XIV cuenta el advenimiento al poder del Rey Sol a la muerte del Cardenal Mazarino.
Rossellini va a la esencia de la cuestión: el pasado sólo le interesa en cuanto explica el presente. Desde esta perspectiva, la elección de la figura de Luis XIV y su época, clave de los tiempos modernos, es de una poderosa utilidad: en él tienen raíz todos los absolutísmos contemporáneos. Pero la idea de Rossellini es más profunda, al mostrar solamente el primer momento de su reinado, cuando la actitud del monarca era revolucionaria respecto a su predecesor y los rasgos que luego caracterizarán a su gobierno empezaban a perfilarse.
El ensayo histórico de Rossellini se apoya en un minucioso conocimiento de los usos y costumbres de la época, de sus convenciones y ritos sociales, descritos con una precisión realista hasta el detalle, pero no se crea por ello que Rossellini haya hecho obra de miniaturista.
Textos: Ramon Font, editados en 1966.