Estaba el gran actor James Mason, entre llamada y llamada para rodar, en la cafetería de los estudios. Leía un libro. Y un compañero se le acercó, y, con gran sorpresa para él, vio que no se trataba de una novela de evasión, sino de un profundo ensayo. Y le dijo: "Te hace falta eso para algún personaje?". Y Mason le contestó: "Le hace mucha falta a un personaje que se llama James Mason".