Pocos actores se tomaron tan en serio su profesión como Akim Tamiroff. Sus amigos dicen que su estudio de cada personaje era -ya desde sus primeras interpretaciones- una búsqueda exhaustiva de matices. Tanto que hubo quien dijo: "Corres el peligro de mecanizar tu trabajo". A lo que el actor respondió: "Por querer hacerlo cada vez mejor nadie se convierte en máquina".