Louis Armstrong, el gran intérprete de "jazz", el famoso trompeta, estaba siempre ensayando. Con los labios hinchados, seguía y seguía. Siempre, en sus comienzos y cuando estaba reconocido como una primera figura indiscutible. Uno de los músicos de su orquesta le dijo un día que ya estaba bien, a lo que él respondió: "Es que, verás, todos damos el do, el re y las siete notas".