Los viejos aficionados al cine recordarán a Joan Blondell, la actriz de los ojos desorbitados. Parecía que estaba permanentemente asombrada. Y ella se reía cuando alguien le decía que tenía los ojos grandes. Y un día dijo: "¿Grandes?. Si lo dice usted como un piropo, gracias. Pero no son grandes... Son de tres tallas más de la debida".