Alberto Sordi, el gracioso actor, fue a intentar resolver un asunto a una oficina pública. Y en cuanto le vieron, empezaron a llamarse los unos a los otros y a reírse. Y uno le dijo: "Qué bien, Alberto Sordi...", a lo que el actor respondió: "Muchas gracias. Pero, si pudiesen olvidarse durante unos minutos de mi trabajo. Hoy no pretendía hacerles reír".