De Clark Gable se decía que no era un gran actor, que había llegado a un primer puesto por suerte. Y él se lo tomaba elegantemente. Al menos es lo que demostró aquella vez cuando un muchacho que empezaba le dijo con todo el veneno del mundo: "Tengo esperanzas, porque está claro que no hay que ser un maravilloso intérprete para triunfar". A todo ello Gable le cortó diciéndole: "Tienes razón, pero el puesto de quien llega sin ser un maravilloso intérprete ya está ocupado, amigo, por mí".