Leslie Howard, aquel magnífico actor, estaba estudiando un guion. Y comentó con un amigo las dificultades que encontraba. Y el amigo le dijo: "No. Sobre todo, para entender a los demás. Eso será un problema de los demás intérpretes, no tuyo". "De todos. Un personaje no es válido si no encaja en el resto. Mucho me temo conseguir una interpretación que encante a los que sólo vayan al cine por verme a mi. Y no se trata de eso", espetó Howard.