No puede discutirse que el famoso actor de cine Edward G. Robinson fue más bien bajo. Ni él lo discutía, ya que no le importó su estatura. Bueno, pues un día, alguien a quien tenía que importarle mucho menos, se puso pesado con el tema de la talla del actor. Empezó así: “Qué pena que usted no sea más alto”. Edward G. Robinson se le quedó mirando con el mayor de los asombros, esperó, como quien, profesionalmente, sabe hacer que se centre en si la atención, y dijo: “ Qué lástima, ¿por qué?. Soy un hombre que pretendo hacerlo bien en su profesión. Y su profesión es el cine, no el baloncesto”.