Hay una anécdota que define perfectamente el fuerte y ambicioso temperamento que Elizabeth mostraba ya desde su infancia: el 3 de abril del año 1939, con siete años de edad, quedó pasmada al contemplar la actuación de Shirley Temple en una película y fue entonces cuando tomó una determinación que marcaría su vida. Al salir de la sala de proyección se volvió hacia su madre y le dijo: "No quiero ser una estrella de cine. quiero ser actriz"