Un día elogiaron a Maria Schell su sonrisa. Y con razón, porque la suya era una de las sonrisas más luminosas que se hayan asomado al cine. Y, tras el elogio, le preguntaron: "¿Qué secreto tiene su sonrisa para ser tan clara, tan verdadera?", a lo que respondió "Ninguna, me limito a sonreir".