A Sylvia Sidney, aquella actriz de cine de aire dulce y ojos inmensos, le dijo un piropo un español. Un día alguien le preguntó que era lo más bonito que le habían dicho. Y ella. "Lo más bonito, no sé. Pero lo más disparatado, un español". "¿Que le dijo?" le preguntaron a lo que contestó "Que no comprendía que pudiera tener los ojos más grandes que la cara".