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CRITICA
Por: PACO CASADO
Atom Egoyan comenzó conquistando a la crítica de los festivales, obteniendo sus premios y ya logra los oficiales de estos certámenes, tal vez porque su cine se ha abierto más al entendimiento de los espectadores.
No solo consiguió el Gran Prix en el Festival de Cannes, el de la crítica y el del jurado ecuménico, sino además la Espiga de oro, el premio a la mejor fotografía y el de la juventud en el Festival de Valladolid, y ahora también es nominada a dos Oscars, dirección y guion adaptado, y siete premios Genie, Mejor film en Toronto lo que nos confirma en nuestra apreciación.
Es la primera vez que Egoyan hace una película basada en una novela, la de Russell Banks, publicada en 1991, que reproduce la tragedia ocurrida en un pequeño pueblo al caer un autobús a un lago helado y perecer en él catorce niños, salvándose únicamente la conductora y una adolescente que queda paralítica.
El novelista se inspiró en un hecho real ocurrido en un pueblo de Texas a finales de los ochenta, aunque en el film se sitúa la acción en Canadá.
La llegada de un abogado, que trata de sacar partido de la tragedia, va a poner al descubierto las opuestas relaciones que mantienen los habitantes de la pequeña comunidad ante los hechos, desde aquellos que desean la venganza, a los que quieren encontrar un culpable que pague por ello y obtener así consuelo, hasta los que lo quieren una simple compensación económica.
Junto a esta historia trágica que ahonda en el dolor, el recuerdo y la nostalgia de esta comunidad, transcurre paralela la del propio abogado que ha visto su familia rota por otra tragedia, la de una hija drogadicta y seropositiva.
Encontramos además otra especie de metáfora en el relato, que lee la adolescente a dos de los pequeños que morirán en el accidente, de la fábula del flautista de Hamelin, que quiso castigar al pueblo y dejarlo sin niños.
Tan sólo se salvó uno, tullido, que no pudo llegar a tiempo. Aquí el flautista es la conductora del autobús que los sepulta a todos en el lago, salvo la adolescente que quedará paralítica y que será la única con la serenidad suficiente como para poner las cosas en su sitio.
La cinta posee un hondo contenido humano, en donde se pone de manifiesto la necesidad del olvido y el perdón, porque la vida sigue y hay que continuar, a pesar de la desolación por las víctimas más inocentes de esta tragedia que son los niños.
El realizador hace así su película más asequible pero no por ello del todo sencilla, ya que utiliza un guion fragmentado con constantes pasos adelante y atrás y juega de manera compleja con el tiempo, a pesar de darle forma de investigación policiaca en la que maneja sentimientos en lugar de misterio o intriga.
Con una excelente fotografía, magnífico uso del color y la gran pantalla, la dirección le da una elegancia y serenidad al relato realmente magnífica.
Destaca en la interpretación el extraordinario trabajo del británico Ian Holm y de la adolescente Sarah Polley.
Un film para no perdérselo.
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