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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cuenta la vida de Florence Foster Jenkins (1868/1944), una rica mujer de Nueva York, heredera de la fortuna de sus padres, que soñaba con ser una cantante de ópera, a pesar de tener una voz horrible, y cantar en el Carnegie Hall, gracias a lo cual pudo cumplir su deseo de estudiar para ser soprano; el problema era que carecía de talento pero la gente acudía a sus recitales para comprobar si de verdad era tan mala cantante como decían los críticos. Una lesión en su juventud le disuade de su empeño de ser pianista pero a pesar de ello se propone cantar. Su segundo marido, el actor británico St. Clair Bayfield, le apoya y sus intervenciones se convierten en un acontecimiento verdaderamente histórico.
Inspirada en la historia real de la peor cantante del mundo, apasionada por la música, narra la persistencia de Florence por alcanzar su sueño: convertirse en soprano. Para ello invertirá su fortuna e implicará a su pareja, que le ayuda pese a su falta de habilidades musicales.
Es una comedia que nos hace pasar un buen rato y soltar unas cuantas carcajadas con los desafinados gorgoritos, que no es el retrato de una persona que utiliza su riqueza para concederse el capricho de cantar en un templo de la música como el Carnegie Hall, algo que sucedió el 25 de octubre de 1944, muriendo un mes después, sino que es algo más, que habla de la pasión por la música y no enseña que lo realmente primordial e importante es lanzarse a lograr aquello que nos apasiona.
Es una mujer con un terrible pasado que vive de forma inocente e inconsciente en su mundo este amor puro y desmedido por la música.
De esta historia hay una versión anterior, llevada a cabo por la película francesa 'Madame Marguerite' (2015), de Xavier Gianoli, que era más amarga, que trasladaba a la Francia de los años 20 el hecho real, siendo esta más divertida, en la que hay muchos cambios con respecto a aquella, con una ambientación muy cuidada.
En el fondo es el drama, una mujer que vive en su propio mundo, un tanto ingenua, que se cree que canta bien, que está rodeada de vividores debido a su fortuna, que tuvo anteriormente una vida dura, al tiempo que hace una dura crítica de la alta sociedad norteamericana de los años 30 y el valor del dinero, con un gran sentido del humor, una buena ambientación y fotografía así como la música incidental con los temas de swing y de jazz de la época.
Nadie mejor que la ganadora de tres Oscar, Meryl Streep, de la que ya se ha dicho todo, que tras cantar en 'Mamma mia!' (2008) y pasarse al rock en 'Ricki' (2015), ahora ensaya con la ópera para incorporar a esta excéntrica mujer, con nulo talento musical, pero con muy buena voluntad que, una vez más, está excelente.
Nos extraña el gran trabajo de un maduro Hugh Grant, actor acostumbrado a repetir su actuación en las comedias, esta vez está sobrio, muy a tono con su personaje del infiel pero servicial marido siempre junto a su "conejita" como él la llama.
A destacar también el papel de Simon Helberg como el divertido pianista Cosme McMoon formando un estupendo trío con ellos.
Estupenda la labor de Stephen Frears, un director muy inteligente, que ha hecho varios retratos de mujeres, que está en la línea de a sus últimos films como 'Philomena' (2013) o 'The Queen' (2006).
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