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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hacía diez años que no veíamos una película dirigida por el holandés Paul Verhoeven de quien permanecen en la memoria de los buenos aficionados al cine algunos de sus títulos como 'Robocop' (1987), 'Desafío total' (1990) o el famoso 'Instinto básico' (1992), que tanto dio que hablar.
Michèle Leblanc es una mujer divorciada, gélida, que dirige con mano dura una empresa de sofware que crea videojuegos que lanza al mercado con gran éxito, que sufre una violación de un intruso enmascarado en su propio domicilio parisino, pero no se lo dice a nadie, ni lo denuncia a la policía en la que no cree acerca de su eficacia, pero más tarde se lo confiesa a sus amigos y se prepara por si el agresor regresa de nuevo.
Ella es de moral relajada, tuvo un pasado turbulento debido a que su padre fue un asesino en serie que cumple cadena perpetua, a pesar de su ya avanzada edad, y al que odia profundamente por haberle marcado su vida, a pesar de que su extraña madre le pide que le perdone y le visite en la cárcel, un pasado que de vez en cuando le afecta aún en el presente.
Paralelamente se siente atraída por Patrick, su vecino, un hombre casado con una mujer muy religiosa, y con Robert, el marido de Anna, su socia, con el que tiene un affaire.
Es una mujer que va por derecho, que en ningún momento se priva de decir las cosas a la cara y que tampoco se lleva bien con Josie, la dominante y egoísta pareja de su hijo Vincent.
No es un film convencional, es polémico, abierto a varias interpretaciones y no deja indiferente en ningún momento a los espectadores a los que sume en un mar de dudas.
Como ya es habitual en este director el sexo y la violencia son primordiales en sus argumentos de atmósfera nada convencional, que no hacen concesiones de cara a la galería, como por ejemplo la violación del inicio en la que se recrea mostrándola desde distintos puntos de vista.
En su cine se mezcla el gusto por lo erótico de sus primeras cintas junto con el thriller o el cine de acción de las etapas posteriores con personajes tortuosos.
Debido a ello no es fácil inscribirla en un género, ya que tiene intriga, algo de comedia y escenas eróticas, pero siempre dentro del drama que encierra esta mujer que busca venganza tras ser violada, cuya vida cambia de forma brusca, que se nos antoja que posee una cierta originalidad argumental.
El guion se basa esta vez en la novela 'Oh...' del escritor francés Philippe Djian, autor habitual de la literatura negra, a la que el director holandés pone su retorcimiento de la trama, algo morbosa y violenta, que da para analizar el comportamiento de los personajes desde el punto de vista psicológico, que expone con cierto afán provocativo.
Con Isabelle Huppert el director es difícil que falle, ella es la película de principio a fin, y en su complicado personaje, duro y valiente, hay algo de aterrador, de malsano, ya que es una mujer arrebatadora, que ve el sexo de una forma muy personal.
Los secundarios están bien diseñados e interpretados sirviendo de apoyo a la principal protagonista que es el eje fundamental de esta historia.
Hace el film hace una crítica a la hipócrita moral de la alta burguesía parisina reflejada en esta ejecutiva implacable que no se arredra ante nada.
La cinta es como una montaña rusa ya que comienza con una violación que abre el camino a los peores instintos básicos.
Bien la banda sonora que acompaña perfectamente a las imágenes.
Un drama que ha sido elegido por Francia para que le represente en los Oscar, que revolucionó al público y a la crítica en el cierre del pasado Festival de cine de Cannes.
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