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CRITICA
Por: PACO CASADO
Muchas veces los directores hacen sus películas con la mejor intención, eligen unos temas y después llegan los críticos y les ponen las etiquetas, como ocurre en este caso con las tres que ha hecho hasta ahora J.A. Bayona en las que coinciden ciertas características que posiblemente sin pretenderlo hace pensar en una posible trilogía de las relaciones entre madre e hijo que suceden en 'El orfanato' (2007), 'Lo imposible' (2012) y en ésta.
Conor O'Malley es un chico de 12 años que, tras la separación de sus padres y la enfermedad terminal de Lizzy su madre, que debe afrontar, tiene que intentar salir adelante.
Frente a su casa hay una iglesia con su cementerio y un enorme árbol, un tejo, al que ve cuando se asoma por la ventana de su cuarto.
Con su joven madre enferma de cáncer, con la que comparte la pasión por el dibujo, el pequeño intentará superar todos sus miedos y fobias con la ayuda de un gigantesco ser en forma de árbol que acude a verlo por las noches, que se ofrece a narrarle tres historias que le ayudarán y le conducirán a la madurez a cambio de que él le cuente una cuarta con su verdad.
Las fantasías, los cuentos de hadas y las historias imaginarias del pequeño se verán enfrentadas no sólo con la realidad, sino también con su fría y calculadora abuela.
El guion está basado en la novela de Patrick Ness publicada en 2011 que ha tenido un enorme éxito en Inglaterra, aunque con algunos cambios a la hora de ser adaptada a la pantalla por el propio autor con una cierta originalidad al plantear el argumento con las tres historias a la espera de la cuarta en la que el niño debe contarle al monstruo su verdad.
El pequeño intenta escapar de su triste vida por medio de esta fantasía en la que los límites entre la realidad y la ficción quedan difusos lo que siembra un poco la duda en el espectador.
Para ello se utilizan los lógicos necesarios y evidentes efectos especiales, que están al servicio de la trama y son bien utilizados en este caso.
La historia se desarrolla de forma intemporal, sin especificar en qué momento está ocurriendo, ni tampoco se determina el lugar en el que sucede, aunque se supone que debe ser Inglaterra.
El director pulsa la tecla de lo emocional para que el espectador se conmueva, algo que Bayona ha aprendido a manejar con acierto y buenas intenciones con lo que le pasa al chaval que ve que su mundo se desmorona, tocando los temas que aparecen en el libro y se respetan en el film como la enfermedad de la madre, el acoso escolar, el divorcio de los padres, la incomprensión de la abuela, la ausencia del padre, el sentimiento de culpa, la pérdida en el mundo del niño que recurre a su imaginación para superar estas dificultades combinando realidad con ficción y con talento logra momentos mágicos, pero no trata sólo sobre la enfermedad sino cómo intentamos superar la pérdida del ser querido.
Tanto el libro como el guion, con esta emocionante historia, parten de una idea de Siobhan Doud, una escritora que padecía un cáncer de mama, que no pudo hacerla ya que murió a los 47 años, y que posteriormente desarrolló el norteamericano Patrick Ness sobre las notas que ella dejó.
Para los que hayan leído el libro, la cinta no acaba igual con una unidad que el texto literario no tenía, cada uno posee matices que en el otro no había.
Es interesante la mirada del niño a través de la ventana que separa el mundo real del fantástico. Por otra parte el cine tiene influencia en el chico cuando ve el la película de 'King Kong' (1933) en la versión de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, acerca de la que expresa sus sentimientos a favor del personaje que utiliza su rabia y violencia destructiva como autodefensa.
El film tiene una cierta complejidad tanto narrativamente como en la cuestión técnica, con una fotografía estupenda, en la que la luz va muy bien con la trama que cuenta y Fernando Velázquez se supera con su emocionante música.
Liam Neeson, aunque no aparezca más que en una fotografía en el personaje del abuelo, interpreta al monstruo con captura de movimiento y poniendo la voz en la versión original que en la doblada no podemos apreciar.
Por su parte el niño Lewis McDowald, que hace una interpretación formidable siendo el eje central de la trama, ya hizo anteriormente 'Pan: Viaje a Nunca Jamás' (2015), pero esta es la primera vez como protagonista, vista a través de su mirada.
Interesante el aporte de Sigourney Weaver en el papel de la antipática abuela en un principio y su evolución posterior, y no menos importante el trabajo que hace Felicity Jones en el dramático papel de la madre.
Bayona es un buen director artesanal y comercial que sabe tratar los temas con respeto, sin manipularlos, como en este caso el dolor del niño ante la enfermedad de la madre, el miedo y la muerte, que traslada al terreno de la ficción mezclada con lo fantástico, construyendo una fábula actual sobre el amor entre una madre y un hijo, el poder del arte, las historias y el valor de la verdad, en una buena cinta con momentos brillantes y bien filmada.
Premio Signis en el Festival de S. Sebastián.
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