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CRITICA
Por: PACO CASADO
A quienes nos gusta el cine de aventuras estamos de enhorabuena ya que de vez en cuando se resucita en alguna de sus facetas, pero casi siempre en busca de tesoros.
En esta ocasión se ayuda de varios géneros como el policiaco con la intervención del FBI, de robos perfectos, de una aventura en el Círculo Polar Ártico con la visita a un barco congelado semienterrado en la nieve.
La historia es la de Benjamin Franklin Gates, un arqueólogo, que sigue la tradición de su abuelo y de su padre, empeñado en buscar un gran tesoro que en tiempos de los Templarios fue escondido y cuyo secreto ha ido pasando de mano en mano hasta llegar a los masones y finalmente a tres presidentes de los Estados Unidos, George Washington, Thomas Jefferson y Benjamin Franklin, que decidieron colocar el mapa para encontrarlo en el reverso de la Declaración de Independencia suscrita el 4 de julio de 1776.
Según unos lo guardaron para evitar que nadie que lo posea se haga el dueño del mundo y según otros para financiar la Guerra de la Independencia.
Ben quiere devolver el tesoro al mundo, pero no piensa así su mejor amigo, Ian Howe, que desea tenerlo con otros fines muy distintos y tras traicionarlo emprenderán una dura carrera para ver quien llega antes.
Ben cuenta con la ayuda de un informático y la directora del Archivo Nacional.
El guion es de lo más ingenioso para una película de acción, que va resolviendo un enigma tras otro, evitando las pistas falsas, y cometiendo robos imposibles, lo que mantiene constante el interés del espectador, admitiendo siempre los convencionalismos propios del género y salvamentos en el último segundo que le dan emoción y un punto de comicidad con sus irónicos diálogos.
La película tiene detrás al productor por excelencia del cine de acción, Jerry Bruckheimer, quien una vez más le dota de su sello característico, aunque esta vez Jon Turteltaub, artesanal director por otra parte, no se ha dejado llevar del vertiginoso ritmo de montaje de otras producciones, sino que le imprime el necesario en cada momento, lo cual es de agradecer.
Tiene una atractiva cabecera de cartel con la pareja Nicolas Cage y Diane Kruger, respaldados por los veteranos Christopher Plumer, en una breve intervención al comienzo, Jon Voight, el eficaz Harvey Keitel o el estupendo malvado que hace Sean Bean, lo que unido a una nítida fotografía y adecuada música hace pasar un entretenido rato de buen cine.
Premio BMI a la mejor música para Trevor Rabin.
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