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CRITICA
Por: PACO CASADO
Otro que ha vuelto al Sevilla Festival de cine Europeo es el guionista y director francés Bruno Dumont, del que pudimos ver en la edición pasada de 2015 una película en la que se resumía la miniserie de televisión Mi pequeño Quinquin y del que ya conocíamos anteriormente 'Camille Claudel 1915' (2013) de esta misma manera.
Esta vez nos trae su octavo largometraje que en este caso se trata de una divertida comedia, algo que estaba necesitando el certamen con tanta seriedad hasta ahora.
La acción se desarrolla en unos días durante el verano de 1910. En un punto costero del norte de Francia, unos turistas han desaparecido en la playa. Los ineptos policías Machin y Malfoy llevan a cabo la investigación del caso.
Cercano al lugar del siniestro vive una curiosa familia, los Bréfort, que viven de la marisquería, que en el tiempo libre ejercen de barqueros que ayudan a los turistas a pasar la bahía cuando la marea está baja; al padre le ayuda su hijo de 18 años al que llama Ma Loute, del que toma el nombre esta película.
Por encima de la bahía destaca la mansión de los Van Peterghems en la que cada verano pasa sus vacaciones esta adinerada familia burguesa muy peculiar que son visitados por algunos familiares como suelen hacer cada año.
Las peripecias que le suceden a los policías, Machin un hombre inmensamente gordo que está siempre rodando por los suelos y su torpe y delgado auxiliar, la caricatura de la pareja del matrimonio André e Isabelle Van Peteghem, así como las excentricidades de Aude, la hermana de André, que va a visitarlos, son de lo más divertido, a base de la exagerada actuación e histrionismo que hacen de ellos los actores.
Uno de los hijos de Aude es el andrógino Billie, personaje que interpreta el ambiguo Raph que también origina algunas dosis de misterio y divertidos equívocos con Ma Loute y su extraña familia que se dedica al canibalismo.
El film es una pura caricatura surrealista y cómica de una época, sus costumbres y forma de comportarse los personajes.
En la comicidad de la cinta abundan los diálogos ridículos, el slapstick, los gags a base de caídas y golpes muy propios del cine en sus comienzos al que recuerda en muchos momentos, para terminar con una imágenes surrealistas en la que algunos personajes salen volando como un globo de gas, para completar el tono absurdo del divertido cuadro.
Los actores están muy bien en sus cómicos papeles, tanto Fabrice Lucchini incorporando a un miembro ridículo de clase alta, como Valeria Bruni Tedeschi en el papel de su esposa, actriz homenajeada en el certamen, pero especialmente Juliette Binoche en su exagerado personaje de Aude en el que demuestra su comicidad, algo que no es muy habitual en la estupenda actriz francesa.
Premio a la mejor banda sonora en el Festival de Cannes.
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