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CRITICA
Por: PACO CASADO
La historia de este drama se sitúa en 1990 cuando los vientos de cambio están soplando en Polonia, donde la religión tiene mucha importancia, tras largos años del régimen comunista y la llegada del capitalismo.
Estamos en el primer año de libertad, de euforia, pero también de incertidumbre en el futuro ya que parece que las cosas no han mejorado mucho con el cambio.
Cuatro mujeres de diferentes edades, aparentemente felices, cada una con sus propias obsesiones, deciden que es el momento de cambiar sus vidas, luchando por satisfacer sus deseos, en una sociedad represiva para con ellas.
La película comienza con una cena familiar en la que concurren algunas de las protagonistas, que sirve a manera de presentación, para después cada una tomar su propio camino.
Ágata es una madre joven, atrapada en un matrimonio infeliz con Jacek, que practica el sexo de forma desesperada, pero cuando el amor se acaba busca refugio en otro hombre en una relación que resulta imposible.
Renata es una profesora de ruso, ya muy mayor, que vive en un piso lleno de pájaros, que está fascinada por su vecina, Marzena, mucho más joven que ella, profesora de gimnasia, una ex reina de la belleza local, que trata de ser modelo, cuyo marido está ausente trabajando en Alemania, con posibles deseos lésbicos.
Iza, la hermana de Marzena, directora de un colegio, está enamorada del padre de una de sus alumnas y médico del hospital, que se acaba de quedar viudo pero con el que lleva seis años de relaciones que él quiere cortar a pesar de que ella trata de reconquistarlo.
Las cuatro mujeres tienen en común la soledad personal aunque estén acompañadas por sus maridos o no.
Tercer film de este joven director polaco y primero que le conocemos, cuyo guion es también responsabilidad suya, que se inspira en algunos recuerdos del pasado lejano, en los que incide la política, las dificultades económicas y la religión, al tiempo que hace una denuncia de la opresión que sufría la mujer en la sociedad polaca en ese tiempo a la llegada de una nueva democracia, tras enterrar el comunismo y abrazar el capitalismo y la religión.
Las historias se desarrollan de forma correlativa sin apenas cruzarse unos personajes con otros, aunque las cuatro féminas tienen relaciones familiares, vecinales, de amistad o de trabajo, ya que todas viven en esos horribles apartamentos de hormigón de la etapa socialista, tras la caída del muro de Berlín.
Son como cuatro mediometrajes en torno a la mujer polaca en relación con el amor o la ausencia de éste, la soledad, la infelicidad, con escenas sexuales explícitas en algunos casos, con un interés y acabado distinto en cada uno de los relatos.
Las cuatro estupendas actrices polacas están muy serias en sus respectivos trabajos de este duro drama, actuando con contención y sutileza, obteniendo unos estupendos resultados, sabiendo expresar los distintos estados de anímicos de sus representadas, que a veces se refleja en esa fotografía en color, del celebrado profesional rumano Oleg Mutu, que casi tira al blanco y negro como expresión de la forma de sentir de esas mujeres que refleja perfectamente el ambiente y el ánimo de esta historia, llena de silencios y largos planos.
Al final da la sensación de que nos quedamos con las ganas de saber más de cada una de ellas y cómo terminan sus respectivas historias, ya que posiblemente todas podían dar pábulo a otros tantos largometrajes.
El director y guionista Thomasz Wasilewski pertenece a la nueva generación de directores polacos y retrata en esta cinta cómo se vivió la caída del muro de Berlín, en esos momentos en los que ya se tenía libertad pero no se sabía qué hacer con ella, a través de esta mujeres que desean cambiar una vida de la que no están contentas, con sus emociones, sus deseos, sus tristezas y también de los sentimientos de los hombres con los que se relacionan.
Capta perfectamente el espíritu de estas cuatro protagonistas ya que personalmente el director vivió su infancia rodeado de mujeres y las comprende muy bien, según ha declarado, llevado perfectamente con buen pulso su drama emocional.
Oso de plata en Berlín al guion. Cinco premios del cine polaco: dirección, vestuario, montaje y actores de reparto para Lukasz Simlat y Dorota Kilak. Nominada al mejor guion en los premios del cine europeo.
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