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CRITICA
Por: PACO CASADO
Casi dos décadas después del primer libro de J.K. Rowling sobre Harry Potter, la entonces desconocida escritora, hoy famosa y millonaria, se atreve a hacer ella en solitario el primer guion directamente para el cine basado en la primera novela de algo más de sesenta páginas escrita en 2001 de la que será una nueva serie de cinco títulos.
Este primero es considerado casi como una precuela de Harry Potter en el que ya se menciona la Escuela de Magia y Hechicería de Hogwarts.
La acción se sitúa en el Nueva York de 1926 al que llega Newt Scamander, un magizoólogo, con su maleta cargada de animales mágicos y cuando estos se fugan comienza a buscar a sus criaturas que provocan más de un cataclismo destruyendo la ciudad que nunca duerme, que pone en alerta a la comunidad de magos.
Scamander tiene ciertas dificultades para relacionarse con los demás y allí conoce a Tina, una chica que trabaja en el Ministerio de Magia londinense, caída en desgracia, y al que vigila muy de cerca al principio convirtiéndose en su sombra y enemigo al que trata de apresar, para que finalmente ponerse de su parte ya que poco a poco van descubriendo uno en el otro sus habilidades y pasiones y el reconocimiento que se hacen mutuamente.
Rowling crea un mundo fantástico con gran cantidad de términos creados que en principio chocan al espectador que no sabe a qué se refiere, nombres de animales que no se conocen al ser inventados, ni las características que éstos tienen e igualmente las normas por las que se rige la actuación y el comportamiento de los personajes, bastante planos por cierto, con capacidad para hacer y desaparecer, trasladándose a otro lugar o reconstruyendo algo que había sido destruido.
No cabe duda de que hay que entrar en ese mundo para comprender esta historia que más que de magia parece de ciencia ficción o de superhéroes con grandes poderes y acciones que a veces rozan el mundo del absurdo y el surrealismo, pero en el que una vez más incide en destacar la tolerancia, la bondad, la intolerancia por lo diferente y la amistad entre otras virtudes.
Ciertamente lo que más se admira es la imaginación que derrocha la británica escritora, pero a la hora de escribir el guion éste resulta muy irregular, bastante deslabazado, reiterativo en ocasiones, que a veces avanza de forma lenta, prolongando en exceso el metraje.
Los medios técnicos están por encima de la historia con unos fantásticos efectos especiales que hacen visible lo increíble.
Dirigida artesanalmente por David Yates, que se encargó de los cuatro últimos capítulos de la serie de Harry Potter, con una recreación del Nueva York de los años 20 realmente espectacular, con algunas escenas especialmente brillantes, con fabulosos efectos especiales en la creación de los fantásticos animales mágicos, con unos diseños excelentes con exceso de detallismo, que sin duda es de lo mejor de la película, que se alarga con momentos en los que no pasa nada, sobre todo en los metros finales y con una cámara a veces mareante en sus movimientos.
Una vez más se vuelve al mundo mágico de Harry Potter lleno de fantásticos animales en donde nos encontramos con un mundo dividido y enfrentado entre los magos y las brujas frente a los magels o no magos como se les llama en EE.UU. en donde también hay una secta que incita al odio a los magos y brujas.
El oscarizado y camaleónico Eddie Redmayne no hace su mejor trabajo, bien seguido por Dan Fogler y Katherine Waterstone.
Al británico David Yates lo que mejor le va son los efectos especiales como ya lo demostró en las entregas que hizo de Harry Potter y lo sigue haciendo en esta nueva franquicia que tendrá continuidad a juzgar por el buen comienzo en la taquilla en esta precuela presentada como una historia original, con imaginación y con una buena idea de J.K. Rowling que junto al buen reparto, la potente banda sonora y la fotografía de bella factura hacen un producto sólido, entretenido e interesante.
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