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CRITICA
Por: PACO CASADO
También el cine español hace de vez en cuando remakes de sus clásicos como ocurre aquí con la cinta de la época franquista 'Los últimos de Filipinas' (1945) de Antonio Román, de la que se hace ahora una nueva versión, esta vez más crítica, a cargo de Salvador Calvo con la que debuta en el largometraje para la gran pantalla tras haber trabajado dirigiendo series de televisión que, al parecer, es ahora la nueva escuela de donde salen los jóvenes directores de nuestra cinematografía.
A finales del siglo XIX España entró en guerra con Estados Unidos y sufrió la derrota que supuso la pérdida de las últimas colonias, y ya no podría volver a repetirse la frase de que "en España nunca se pone el sol".
Un destacamento español fue sitiado en el pueblo de Baler, en la isla filipina de Luzón, por insurrectos tagalos revolucionarios durante 337 días recluidos en una pequeña iglesia a 11.000 kilómetros de casa.
En diciembre de 1898, con la firma del Tratado de París entre España y Estados Unidos, se ponía fin formalmente a la guerra entre ambos países y España cedía la soberanía a EE.UU.
Debido a ello, los sitiados en Baler son conocidos como los últimos de Filipinas, integrados por 54 soldados españoles que fueron enviados a aquella aldea para combatir a los independentistas donde convierten la iglesia en su fortaleza y aunque desde fuera le llegan mensajes de que la guerra había terminado, ellos siguieron resistiendo el asedio.
Es una película sobre el heroísmo o sobre la absurda cabezonería de los oficiales, que no daban por buena la noticia del fin de la guerra y que España había perdido.
Ellos tenían una misión que cumplir allí y mientras no recibieran la orden de abandonar la plaza tenían que seguir defendiendo aquel territorio español.
El film muestra una vez más lo absurdo de la guerra y cómo a veces la realidad supera a la ficción. Se separa del cine franquista pero resulta un poco reiterativo y algo ambiguo. Yo te diré, la canción de la original, se vuelve a retomar en ésta.
Está basada en el libro de Miguel Leiva y Miguel Ángel López de la Asunción, en el que se relata esta historia que se desconoce bastante y tampoco hay ningún monumento dedicados a ellos.
De los 58 españoles que llegaron en febrero a ese destacamento militar, quedaron encerrados 54, durante 337 días, varios desertaron, quedando al final únicamente 34 de ellos, algunos murieron por disparos del enemigo y otros a consecuencia del beriberi.
La cinta pone de relieve la mala actuación del gobierno español al dejar aquellas pobres gentes desamparadas por completo dándoles la espalda, lo que contrasta con el homenaje que le hace el adversario a esa resistencia que para ellos era impensable.
Describe perfectamente a los principales personajes desde el oficial que quiere cumplir a rajatabla el reglamento pero se lo salta a veces, el que ve la situación de forma práctica, el suboficial que viene de vuelta que se hace odiar, el médico que lucha por salvar la situación como puede, el soldado pintor que sueña con estudiar Bellas Artes, el cura curado de espanto de vuelta de las misiones, todo ellos muy bien interpretados por el estupendo reparto en el que es difícil distinguir a nadie.
Salvador Calvo debuta con esta película que reúne un gran reparto para recrear las vivencias de lo que realmente ocurrió. Tiene el hándicap de su extensa duración siendo un tanto reiterativa en su parte central ya que con un poco menos de metraje se haría más llevadera, no obstante tiene algunas secuencias realmente espectaculares muy bien filmadas, aprovechando el exotismo del paisaje canario donde se rodó.
Un film antibelicista de una situación de guerra absurda y sin sentido.
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