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CRITICA
Por: PACO CASADO
Con 'Una rubia muy legal' (2001) los primeros sorprendidos fueron los productores ya que costó 18 millones e hizo 95 sólo en los Estados Unidos.
Los segundos sorprendidos fuimos los críticos al obtener una nominación al Globo de Oro su protagonista Reese Witherspoon como mejor actriz.
La secuela era lógica y los productores se vuelven a sorprender porque la chica ha cobrado esta vez 15 millones de dólares.
Si en la primera Ellen Woods estaba en la universidad de Harvard estudiando Derecho siendo la más estúpida y tonta de la clase, ahora soportamos tonterías semejantes pero ya en un despacho de abogados, como ordenar a un detective buscar a la madre de su chiguagua Bruister para mandarle la invitación de su boda.
Semejante estupidez es como para llorar. Cuando se entera que los perritos sirven para fabricar cosméticos, llega hasta el mismísimo Capitolio para crear una ley para que los defienda.
Tal argumento es difícil de entender que se pueda dar en el cine de hoy con una protagonista semejante, pero ahí está, que parece una ridícula versión de 'Caballero sin espada' (1939) de Frank Capra, de la que se ven unas escenas en la televisión, pero en lugar de salir en defensa de los ciudadanos en este caso es de los perros.
Posiblemente las damas lo pasen bien contemplando el desfile de modelos de la protagonista, pero no hay nada más, entre escenas que rozan la bobería más absoluta, demostrando que en la primera parte se agotó el tema.
El director Charles Herman-Wurmfeld, que hizo su debut en el cine con 'Besando a Jessica Stein' (2002), es el encargado de dirigir esta descerebrada comedia con una vulgar puesta en escena.
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