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CRITICA
Por: PACO CASADO
A veces sucede que un director conforme avanza en edad y va cumpliendo años, su obra se hace más madura e interesante debido a la experiencia que ha ido adquiriendo, en cambio en ocasiones le hace perder lucidez a la hora de elegir los temas a tratar y así le está sucediendo al italiano Marco Bellocchio como lo está demostrando en las últimas producciones suyas.
'Felices sueños' fue la designada para inaugurar la Quincena de Realizadores del Festival de cine de Cannes de 2016.
Es un drama en coproducción entre Italia y Francia que cuenta la historia de Massimo, un niño de nueve años, que se queda marcado por la repentina muerte de su madre, de 30 años, una edad muy temprana, pero se niega a aceptarla y se convierte en un adulto con una gran tristeza interior.
De pequeño recurre con frecuencia a los héroes televisivos, caso de Belphégor el fantasma del Louvre, para que en su imaginación le de ánimos y le ayude a vencer sus miedos.
20 años después regresa a la casa en la que pasó su infancia para venderla, debido a la muerte de su padre, y le vuelven sus recuerdos e intenta reactivar lo que sucedió.
Tras ejercer de reportero en la guerra de Sarajevo comienza a sufrir trastornos y ataques de pánico en lo que la doctora Elisa, terapeuta, intentará ayudarle a enfrentarse a los fantasmas de su pasado.
Este panorama hace que el director recurra con frecuencia a una serie de flash backs desordenados que desorientan en algunos momentos al espectador.
Un drama personal basado en la novela autobiográfica 'Me deseó dulces sueños' (Fai bei sogni) que se convirtió en un auténtico best seller, siendo una de las más vendidas en Italia en los últimos años.
Está firmada por el periodista turinés Massimo Gramellini, narrada con una gran sensibilidad, con un protagonista bien definido, con un pasado doloroso del que se niega a exteriorizar sus sentimientos, que está señalado por la falta de su progenitora, una mujer depresiva y de carácter cambiante.
Una vez más Marco Bellocchio vuelve a tratar los temas que ha tocado a lo largo de su filmografía como el peso de la ausencia de la figura materna, la religión, la cultura y el análisis psicológico de sus personajes a través de los cuales ha ido mostrando los cambios que se han producido en la sociedad italiana a los largo de los años.
Juega con el tiempo que va desde el año 1969 en Turín a los 90, que marca los dos tiempos en que se desarrolla la acción, en primer lugar la infancia de Massimo y en el segundo ya adulto convertido en periodista que sigue combatiendo los miedos que arrastra desde su infancia. Un momento interesante de esta etapa es la carta de respuesta que escribe a un lector del periódico.
En la interpretación Valerio Mastandrea resulta demasiado apesadumbrado durante toda la trama, que se hace excesivamente larga, mientras que Bérénice Bejo tiene poco papel relegada al tercio último del film.
Está llevada a cabo por Bellocchio, uno de los grandes directores italianos de las últimas décadas, y de los pocos aún en activo a pesar de su avanzada edad (77 años) de entre los que salieron en la época dorada del cine italiano de los años 60, que cuenta la verdadera historia de cómo se gestiona la ausencia materna, la búsqueda de la verdad acerca de la muerte y el miedo y la angustia a llegar a descubrirla.
El director de 'Las manos en los bolsillos' (1965) nos lo narra con cierta lentitud mezclando relatos de la infancia de Massimo con la infelicidad ya de adulto que desea seguir siendo niño, jugar en su barrio, bailar con su madre y tener un cariñoso beso de buenas noches con que ésta le dejaba cada día, sin caer en lo lacrimógeno.
El título es la última frase con la que se despide la madre antes de morir cuando ya está dormido: felices sueños.
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