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CRITICA
Por: PACO CASADO
Mientras una serie de secuestros de niños tiene lugar en Montreal, Félix, un chico de diez años de edad, asiste al colegio en Old Longueil, una zona residencial de pacífica apariencia. Imaginativo y sensible, como tantos niños, tiene miedo a todo. Poco a poco, los demonios y la imaginación de la infancia se confunden con los de una perturbadora realidad mientras comienza a descubrir que sus miedos pueden estar relacionados con esas misteriosas desapariciones.
La primera hora es un descubrimiento del mundo por parte de Félix que aprende de sus padres con problemas o de la profesora que no le echa cuenta pero de la que está enamorado y lo pasa bien con los hermanos y los amigos mientras se van sucediendo los dramáticos acontecimientos.
Un rito de iniciación anterior al miedo que vendrá en la segunda parte en la que aparece de forma fugaz la trama criminal.
El mundo infantil con sus miedos, sus dudas, sus terrores están en primer plano.
Lo mejor es la interesante realización, pero no acaba de convencer la historia, que en unos momentos propone un thriller, con situaciones de lo más cotidianas y poco atractivas.
La película está contada desde el punto de vista del niño, un chico normal que va descubriendo las cosas poco a poco, ni muy dramático, ni tampoco feliz.
A veces idealizamos la infancia y pensamos en ella como esa etapa de la vida en la que gozamos de plena felicidad, con juegos eternos y ausencia de problemas, pero los niños, al igual que los mayores, también tienen sus demonios y lo que se hace aquí es rescatar los suyos, esos miedos reales o imaginarios que se mezclan con los fantasmas en la mente del niño.
El director y guionista Philippe Lesage, natural de Quebec, tras hacer cuatro documentales y debutar en el largometraje de ficción con 'Copenhague, una historia de amor' (2014), nos ofrece este segundo film con una historia escrita por él mismo, pero está más preocupado de la realización cinematográfica en la que combina largos travellings, zooms lentos de acercamiento o alejamiento de los protagonistas, planos secuencias, con algunos fijos que repite en varias ocasiones mientras otras veces los alarga demasiado indebidamente o incluye varios que no son necesarios, que no dicen nada y que no hacen más que prolongar el metraje sin mucho sentido y ralentizar el ritmo en todo momento, sin que resuelvan nada, lo que no le beneficia en absoluto.
El guion, basado en sus propias experiencias y recuerdos infantiles, tiene fragmentos inconexos, sin un hilo narrativo convencional.
En el aspecto temático trata de mostrar al principio el ambiente en el que vive y se desarrolla Felix, su relación con los amigos y los hermanos e incluso la crisis de los padres que, a raíz de una gran pelea, prácticamente desaparecen de la historia y son los hermanos los que lo cuidan y le sirven de confidentes.
Por otra parte el motivo de los miedos por los secuestros, tan sólo lo introduce cuando lleva una hora y doce minutos de metraje a lo que dedica diez minutos y que deja sin resolver salvo el desenlace que le da al secuestrador.
No tiene banda sonora original compuesta expresamente para la cinta, se la encarga a una discográfica que le aporta varias canciones, entre otras la conocida Pata Pata, de Miriam Makeba, y unos fragmentos de temas clásicos como Finlandia, de Jean Sibelius y La Pasión Según San Mateo, de J.S. Bach, que no nos parecen los más adecuados para ilustrar esta historia.
Está bien interpretada por Édouard Tremblay-Grenier que debuta en el papel de Félix.
Premio Golden Gate a mejor nuevo director en el Festival de San Francisco. Premio Breaking Waves a Philippe Lesage en el Festival Titanic.
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