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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine independiente, ese que se hace al margen de las grandes productoras, cada día da más oportunidad de salir a nuevos directores, que no siempre son unas lumbreras, pero que a veces con una ópera prima triunfan en cualquier festival de los que exhiben sus obras y ya se creen que son unos consagrados.
Este es el caso de Craig Johnson que debutó con 'True adolescents' (2009) y que ahora podemos conocer su tercer largometraje, ya que los dos primeros permanecen inéditos en nuestras pantallas.
Tras la muerte de su padre, que padecía un cáncer terminal, Wilson, un hombre de mediana edad, un desinhibido social, una especie de sociópata, se da cuenta de que se queda más solo que nunca, que vive con la única compañía de su pequeño foxterrier de nombre Pepper, y se propone encontrar a Pippi, su ex mujer para recuperar de nuevo su relación.
De ese modo descubre que tras la ruptura de su matrimonio, hace 17 años, ella tuvo una hija, Claire, de la que él es el padre y que la dio en adopción. Desde entonces no habían vuelto a verse.
Ha pasado mucho tiempo, la chica ya es una adolescente y Wilson le propone a su ex-pareja conocer juntos a la joven, para lo que fuerza el reencuentro con ella y con su desconocida hija, pero el soñado encuentro se alejará bastante de tener un final feliz.
Basada en la novela gráfica homónima para adultos publicada en 2010, de Daniel Clowes, que se ha encargado también de hacer el guion, pero con una adaptación menos irreverente que en las tiras cómicas, suprimiendo escenas, añadiendo nuevas, desarrollando algo más a los personajes y rellenando los huecos.
La película muestra la extravagante historia de ese cuarentón neurótico y solitario, un peculiar antihéroe que no desearíamos tener de vecino, aunque a veces nos gustaría comportarnos como él, sin respetar las normas de conducta social.
Una comedia negra que se acerca a los límites del humor sin traspasarlos, apoyada sólo en su protagonista, un Woody Harrelson al que el papel le queda ajustado como un traje, disfrutando como un niño con su juguete preferido, aunque está un tanto pasado de rosca el actor tejano.
Poco sabemos de él, dónde vive, de qué vive, a qué se dedica.
La cuestión es que el resto del film no ayuda y su trabajo es lo único que motiva verlo, con un tipo de humor menos inocente y más retorcido, con una realización de Craig Johnson que es bastante plana e irregular, con pérdidas de ritmo.
Otro gallo hubiera cantado de haberla hecho un director más experimentado como Alexander Payne como estaba previsto que así fuera en un principio.
En cambio Johnson hace una oda a los inadaptados, que no encajan en la sociedad al tiempo que aúna lo divertido con los desgarrado y lo humano.
Empieza bien, e igual el personaje, que es muy honesto con todos, pero la cinta se va difuminando poco a poco con escenas que no son muy creíbles, que se hace repetitiva y llega a cansar con algunos buenos momentos, de este inadaptado al que se le toma cariño, aunque otras veces se hace odioso, que busca la comunicación, al tiempo que critica la frialdad, la insolidaridad, ya que nos hemos convertido en zombis por culpa de los móviles, pero en el fondo subyace, como siempre, el tema familiar.
En definitiva la comedia no pasa de ser entretenida sin más.
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