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CRITICA
Por: PACO CASADO
Kenji Shimizu pasa junto con su mujer Aya unos días de vacaciones en un hotel de la costa. Mientras ella se dedica a algunas relaciones de trabajo, él intenta hallar de nuevo la inspiración que le permita terminar su tercera novela.
Una mañana, en la piscina, una pareja le llama la atención formada por un hombre de avanzada edad llamado Sahara y su guapa acompañante de nombre Miki en plena juventud.
Una fijación por la pareja va apoderándose de Kenji y una noche, cuando las mujeres duermen, habla con Sahara, quien le dice que graba en video a Miki desde hace años durmiendo.
Kenji se debate entre una realidad que cada vez le queda más lejana y una fantasía que poco a poco le va cambiando.
Su obsesión por la pareja le llevará a situaciones comprometidas y su seguimiento le causará más problemas de los que pensaba.
Es la adaptación del relato corto homónimo del escritor y periodista español Javier Marías, 'Mientras ellas duermen', publicado en 1990, que traslada la ficción literaria que pasaba en un hotel en Menorca a una ciudad costera japonesa.
Es la historia de este escritor en pleno bloqueo creativo y existencial, que difumina la línea entre ficción y realidad, que interesa al principio con la presentación de personajes pero después se le va de la mano, ya que a partir de la mitad de la película comienza a filmar con la cámara inclinada, como dando la sensación de que hay una cierta crisis en el matrimonio entre Kenji y Aya, pero es que ese mismo problema aparece a nivel narrativo del film, ya que el guion deja situaciones sin resolver, otras imágenes resultan con un montaje confuso y el relato se le va de las manos, alargando el escaso material literario y haciéndose reiterativo.
No se sabe qué ha pasado con Miki, porqué no ha acudido a una cita, se oye en la televisión un asesinato que Kenji piensa que ha sido ella la víctima, mezcla realidad, sueños, fantasía de forma caótica en donde nada tiene pies ni cabeza y finalmente da un salto grande sobre la novela que escribe Kenji y la aparición de Sahara que deja en el aire.
La cinta supone el regreso del realizador hongkonés Wayne Wang al largometraje después de cinco años de pausa tras su último proyecto, además de ser su primera película rodada con un estudio japonés.
A la vista de esta producción parece que le ha sentado mal al director esa inactividad, ya que en el pasado nos ha dado mejores títulos que éste que posiblemente sea uno de los peores que le conocemos y que a nuestro modesto juicio no está logrado en absoluto ya que se hace incomprensible desde la mitad.
Bien a nivel interpretativo con un hierático Beat Kitano que se ve ya muy mayor y correcto el resto del corto reparto.
Fue presentada a nivel internacional en el pasado Festival de cine de Berlín y posteriormente en Sitges donde no tuvo nada que hacer en ninguno de los dos.
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