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CRITICA
Por: PACO CASADO
Desde su juventud Maud Lewis, una mujer discapacitada, tenía problemas de artritis reumatoide que le causaba en su cuerpo inflamaciones y deformidades en sus articulaciones, pero eso no le impedía ser optimista.
Ella con unas grandes habilidades artísticas y, a pesar de sus limitaciones físicas, quiere independizarse de su familia y tratará de superar su enfermedad para convertirse en una gran pintora folk de Canadá que se hizo muy famosa (1903-1970).
Es contratada para trabajar como asistenta en su casa por Everett Lewis, un huraño y machista pescador, un hombre hosco, solitario como ella, en un pequeño pueblo de Nueva Escocia (Canadá) en los años 40.
Allí comienza a pintar las paredes de la aislada y sucia casucha para darle alegría con sus coloridas creaciones que después traslada también a sus sencillos y alegres cuadros que llegaron a cautivar hasta el presidente Richard Nixon.
Poco a poco el contacto diario hace que surja algo más que una relación laboral o de amistad, a pesar de los malos tratos que le da al comienzo.
Aisling Walsh, la directora irlandesa de 'Los niños de San Judas' (2003), hace un biopic modesto, con gestos sencillos y vivencias cotidianas de esta pintora naif muy famosa en Canadá que comienza en 1938 y la sigue hasta su fallecimiento en 1970 contándonos su sencillo y tierno relato de amor.
Una historia real increíble resuelta muy bien a nivel de un sensible guion de Sherry White a la que le dan fuerza dos actores excepcionales, Ethan Hawke en el papel de un personaje tosco, primitivo, bueno en el fondo, como lo demuestra finalmente, que emociona, pero no es sensiblera, con una serie de valores que vamos descubriendo poco a poco.
Por su parte Sally Hopkins, una gran actriz inglesa a la que vimos en 'El secreto de Vera Drake' (2004), 'El sueño de Casandra' (2007), 'An Education' (2009) o 'Blue Jasmine' (2013) incorpora a esa chica que no tiene nada, con un problema físico, con buenos sentimientos que van aflorando como la pintura que ella hace, que tiene un papel estupendo y muy contenido.
La química que hay entre los dos actores hace que se sobrelleve una cierta lentitud en algunos momentos, porque su actuación llena toda la pantalla con el portentoso trabajo que ambos llevan a cabo.
La película es un bello canto a la vida, una historia de superación y de amor a través de la pintura, en la que se nota que es una mujer la directora, que pone sensibilidad y delicadeza con una mirada de comprensión hacia ese ser con una minusvalía, pero con un cerebro y un corazón inmensos, que en su manera de actuar lleva a su puerto el carácter indómito y hasta cierto punto brutal de Everett que acaba convirtiéndose en su marido.
Es interesante ver cómo empiezan a convivir y cómo las asperezas en las relaciones desaparecen mientras surgen otros conflictos.
Es curioso el aspecto naif, la sencillez del arte que tiene esta artista singular, autodidacta, que apareció de la nada, llegando a ser reconocida en todos los rincones del país, siendo una de las más famosa de Canadá.
Aparte del trauma físico tiene otro sentimental que es casi más importante y es que nunca la han querido, ni el hermano, ni la tía, con un pasado muy duro a sus espaldas hasta que por fin encuentra a alguien que la acoge, que finalmente la comprende y la quiere.
Dos premios en el Festival Atlantic. Premio de la Sociedad Cinematográfica Canadiense. Premio del público en el Cinéfest Sudbury y en los Festivales de Montclair y de Vancouver. Premio Liuna en el Festival Windsor.
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