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CRITICA
Por: PACO CASADO
'Final Portrait' (El arte de la amistad), participó en el Festival de cine de Berlín fuera de competición y ahora se puede ver en las salas españolas.
En 1964, en un viaje a París, el famoso escultor y pintor suizo Alberto Giacometti, le dice a su amigo, el joven y rico novelista y crítico de arte James Lord, que quiere hacerle un retrato, que nunca acabó, lo que le llevaría tan sólo un par de sesiones y éste aceptó encantado.
Así fue la historia real entre estos dos grandes hombres entre los que se acentuó y reafirmó una amistad conmovedora y poco usual, que ya venía de diez años atrás, y se generó una visión reveladora de la belleza, la frustración, la profundidad y también, el caos de la creación artística.
La cinta se mueve entre algún aspecto de la vida de Giacometti, su relación con Annette su sufrida mujer, aunque nunca quiso casarse con ella, y con Caroline, una prostituta a la que frecuentaba con bastante asiduidad, que se convirtió en su musa y amante, la forma de trabajar con su indisciplina, inseguridad en sí mismo, la falta de concentración con tantos cambios de carácter del pintor como del cuadro que creaba que cada vez emborronaba y empezaba de nuevo al no gustarle lo que acaba de hacer, frustrado ante la creación, las posturas de genio y el drama de su relación personal.
La figura de James Lord queda en un segundo plano y poco o nada se nos cuenta de él.
Por lo que podemos apreciar el artista era un hombre que no le daba valor al dinero obtenido en grandes sumas por la venta de sus cuadros, que escondía en un estudio en completo desorden entre las esculturas que hacía y los cuadros que pintaba.
La relación que se establece en los 18 días en los que finalmente duró el proceso creativo entre el pintor y su modelo en los que modificaba el cuadro cada día y lo que en principio iban a ser dos días se convirtieron en esas más de dos semanas, teniendo Lord que cambiar el pasaje de avión en varias ocasiones para volver a Estados Unidos.
Entre las imágenes de la creación artística del pintor vemos a veces también las de la plasmación de las ideas del escritor a través de la máquina de escribir, queremos suponer que son las que les inspiraba el artista que terminaría por convertirse en el libro titulado Un retrato de Giacometti, publicado en 1965, en el que se basó Stanley Tucci para escribir el guion que terminó plasmado en lo que es esta película.
Ese retrato, que se lo regaló a su amigo, fue el último que pintó en su vida, ya que murió dos años después y nunca más se volvieron a encontrar.
En algunos momentos se hace un poco fría, pesada y algo repetitiva, debido a un escenario casi único, con breves salidas, y en cambio se echa en falta mostrar algo más la evolución que va tomando el cuadro.
Una amistad muy poco convencional entre el pintor Alberto Giacometti y el joven y rico escritor James Lord es lo que muestra este quinto trabajo de Stanley Tucci como director en torno al proceso creativo de un artista que a veces resulta exasperante y desconcertante.
El personaje de Alberto Giacometti es encarnado por un divertido y un tanto excesivo Geoffrey Rush con aspecto de un genio un poco loco, con gran parecido con el original, todo lo contrario del inexpresivo Armie Hammer en el papel de James Lord.
Stanley Tucci como director insiste una vez más en el tema de la creación en plena evolución del que sale discretamente airoso.
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